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“Miente, que algo queda” es una frase atribuida al ministro de propaganda nazi Joseph Goebbels, aunque existen serias dudas sobre su autoría. Hoy, cuando los medios de comunicación nos… |
2023-05-21
“Miente, que algo queda” es una frase atribuida al ministro de propaganda nazi Joseph Goebbels, aunque existen serias dudas sobre su autoría. Hoy, cuando los medios de comunicación nos inundan con millones de datos, sigue vigente. Es fácil torcer la verdad hasta convertirla en una cosa nueva que nada tiene que ver con la realidad, pero que favorece a quienes nos dominan. Porque desde que los poderosos descubrieron que es más fácil comprar los canales que transmiten la información que los votos, la verdad es algo construida a imagen y semejanza de quien paga y de sus intereses. Y de eso en España sabemos mucho, de hecho, el pasado mes de enero un informe de la Universidad de Oxford colocaba a los medios españoles como los menos fiables de Europa y los segundos menos creíbles. No hay más que sintonizar el programa de radio de Carlos Herrera, que sigue sin exiliarse en Burundi, o a Ana Rosa Quintana para comprenderlo. Aún más sangrante es el caso de la televisión pública andaluza convertida en el órgano de propaganda del gobierno de la Junta. Hace tiempo que este canal, financiado por todos los andaluces, superó cualquier límite. Es bochornoso ver una noticia sobre el Día Mundial de la Mujer en la Ciencia y que el vídeo solo ensalce al presidente de la Junta “dándose un baño de masas” con las alumnas de un colegio privado. O que dediquen la mitad del tiempo de sus noticias a crear alarma social por los supuestos beneficios que reciben los violadores por la Ley de “Solo sí, es sí”. Anunciando y exagerando hasta el extremo las diferencias entre los socios de gobierno de izquierdas. Creando falsos escándalos, anunciando medias verdades, manipulando la información, silenciando a la oposición o directamente mintiendo. Sin siquiera disimular su filiación a esa España rancia y cateta que tanto añoran. Mientras olvidan el desmantelamiento sistemático de la salud publica en Andalucía, los beneficios a la educación privada, la bajada de impuestos a los ricos o la depredación que pretenden hacer sobre Doñana.
Una televisión manipulada por los políticos, pero sobre todo por la indecente visión de sus profesionales. Con una parrilla de programas plagados de guiones infantiles, dirigidos a los instintos básicos y elementales, populismo puro y duro. Tardes de cine rancio, donde se alaba el papel del hombre de la familia, puro macho ibérico, y el de la mujer ama de casa, resignada y pacifica paridora. Utilizando a los colectivos vulnerables para subir su audiencia mientras muestran lo maravillosos que son los ricos y famosos. En alabanza de la estupidez cada viernes por la noche. Programas taurinos con derroche de testosterona y poco sentido común, etc.
Hace unos días asistí a una conferencia de Eudald Carbonell, codirector de Atapuerca, y acababa su intervención con una frase lapidaria: “En España ser inteligente, es poco inteligente”. Desde luego, los medios de comunicación lo saben muy bien.
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