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FRANCISCO MARTÍNEZ CRIADO
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2024-10-20
Iboga
El iboga es un arbusto que tiene una raíz cuya corteza se utilizaba en rituales sagrados desde tiempos ancestrales por comunidades pigmeas de África.
Un pueblo que vive en la absoluta indigencia y que sufre el desprecio de los demás pueblos.
Para ellos el uso del iboga es tradicional y espiritual y está vinculado a prácticas de sanación y visión. Es su forma de alcanzar otros niveles de conciencia y conexión con su mundo, la selva tropical. Sin embargo, a lo largo de los años, el iboga ha sido objeto de interés en el mundo occidental por su potencial para tratar adicciones a opioides y para la búsqueda de experiencias psicodélicas. También es utilizada en la industria del bienestar y la salud alternativa, tan de moda en estos tiempos. Muchos centros de retiro ofrecen tratamientos basados en iboga para la desintoxicación y el crecimiento personal. Sin tener en cuenta que sus efectos nunca alcanzarán a los que experimentan los pigmeos, ya que el occidental es completamente ajeno al universo mágico y cultural de los pueblos de la selva. Para abastecer su creciente demanda, muchas farmacéuticas han robado los conocimientos de los pigmeos, incluso hay quien ha patentado algunos de sus componentes haciéndose millonarios, mientras que los verdaderos dueños de esos conocimientos mueren en la miseria. Actualmente, en cualquier centro comercial se pueden adquirir productos de belleza, artículos con propiedades antioxidantes, extractos de hierbas, suplementos herbales, hierbas secas, aceites esenciales, especies y otros productos naturales que están elaborados con iboga, sin que un solo euro llegue a quien la han utilizado desde hace siglos. La vulneración de los derechos de los pueblos originales y el robo de sus conocimientos ancestrales, está acabando no solo con su forma de vida, sino que también le priva de su mundo mágico y cultural, con lo que quedan doblemente desprotegidos antes el capitalismo voraz que domina el mundo. En algunos países de África, la demanda de iboga para exportar a Europa ha alcanzado tal punto que su explotación está acabando con sus últimas selvas tropicales y expulsando de sus tierras a sus ancestrales dueños. Utilizando mano de obra que trabaja en condiciones infrahumanas, dejando el negocio en manos de políticos corruptos, militares y diferentes grupos armados que alimentan sus guerras con el dinero de tu crema hidratante. Durante los últimos años he escuchado muchas veces aquello de que “la culpa de los gobiernos” como si los gobiernos se eligieran ellos solos y nuestra forma de votar no tuvieran consecuencias. Pero la realidad es que la mayor parte de estos problemas están en nuestra forma de consumo, en la explotación de los recursos naturales para abastecer ese consumo, en nuestro desconociendo absoluto de los mecanismos del mundo y, a veces peor, en nuestro empeño en no querer saber. Vivir sin hacernos preguntas es más cómodo.
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