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2024-07-28
Comealgas
El mar Índico, al retirar sus aguas cada noche de las costas de Zanzíbar, deja al descubierto un nuevo tesoro, otro más, que desde hace unos años hace ricos a unos pocos y condena a la pobreza a los de siempre. En este caso hablamos del alga de la variedad spinosum, que en suajili llaman mwani, la más consumida en China, Corea, Japón, Estados Unidos, España, Francia, Dinamarca y Reino Unido. En los países ricos, ávidos de nuevos sabores y sensaciones, donde las modas educan al paladar y donde pocas cosas importan con tal de cultivar el “yoismo” cada día más, el consumo de algas está en alza. Para cumplir con la demanda, Tanzania se ha convertido en el tercer país exportador de este producto (12.000 toneladas anuales) que ya representa el 7,6 % de su PIB. En la isla de Zanzíbar solo el turismo le supera en ingresos. También son utilizadas en la industria farmacéutica, para fabricar pasta de dientes, perfumes o cremas, debido a su contenido en carragenina. En zonas como Chwaka Bay, al este de Zanzíbar, cada madrugada grupos de mujeres, apenas ataviadas con unas camisetas y zapatillas de plástico, se introducen en el mar, frente a los hoteles y restaurantes de lujo, para recolectar las algas. Para cortarlas utilizan hilos de nailon, cuchillas y navajas herrumbrosas. Sufren las picaduras de pez piedra, de los erizos de mar o de las rayas, si esto ocurre la mujer sabrá que le espera al menos un mes sin poder trabajar, por tanto, también un mes sin ingresos.
El tratamiento para las picaduras cuesta entre 3 y 4 euros y eso no está al alcance de cualquiera.
La exposición permanente al sol sin protección les produce quemaduras en la piel y daños en la vista. Todas se quejan del frío y de dolor de cuerpo después de muchas horas expuestas a las mareas. Alguna ONG ha denunciado, sin mucho éxito, las precarias condiciones de trabajo de estas mujeres, dicen incluso, que envejecen de forma más rápida, curioso dado que las algas que recolectan les sirven a otras mujeres, en otras latitudes, para aplicarse cremas antiedad. Al levantar la vista de las olas miran los hoteles de lujo donde se anuncia a los visitantes su llegada al paraíso, y más de una piensa que “cambiaria una semana de trabajo por una sola noche en un hotel”. Tras una semana de intenso esfuerzo, cada una de estas mujeres consigue, con suerte, unos 15.000 chelines, es decir:7 euros. Un euro al día por un producto que en cualquier tienda europea puede alcanzar un precio de 2,50 o 3 euros por una bolsita de 25 gramos. El cambio climático está haciendo desaparecer las colonias de algas en la costa zanzibareña, un nuevo reto para estas campesinas del mar. Pero el consumidor europeo o norteamericano no debe preocuparse, seguro que las multinacionales (ZASCOL, ZANEA o Birr Company) que monopolizan el negocio ya tienen en vista nuevas playas y nuevas mujeres a las que explotar en Indonesia, Vietnam y Filipinas.
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