31-07-2022
Permanece atento, o atenta. Te están avisando y traicionando, lo cual no es imposible pese al refrán de “el que avisa no es traidor”. Y lo están haciendo ahora, por estas fechas porque ya tienen la excusa perfecta.
Pero no te avisan personalmente, no te llaman por teléfono para darte la mala noticia, tampoco te escriben un “wasap”, no. Te avisan sibilinamente, en una de esas bandejas de entrada de aquella aplicación que instalaste en tu teléfono cuando tú eras un nuevo y feliz cliente, cuando te sentías especial porque habías contratado tu seguro, tu hipoteca, tus líneas telefónicas o lo que sea con una gran empresa que, esta vez sí, cuidaba y apreciaba a su clientela. Te hacían sentir especial, pero aquello, como en casi todo en la vida, solo duró lo que un soplo de viento fresco en una mañana de agosto en esta ciudad santoreinante y de aceras pegajosas. Así las cosas, te recomiendo que vigiles esas bandejas de entrada, las de las aplicaciones, las de promociones, notificaciones, spam y demás depositarios olvidados. Seguramente ya tendrás tu aviso y dice así: Te vamos a traicionar y te tienes que aguantar.
Con la excusa del IPC, tanto los bancos, como las aseguradoras, empresas de combustibles, telecomunicaciones… todos ellos te van a subir tus facturas sin que puedas hacer nada por evitarlo. Y como son grandes empresas, tremendas compañías que compran otras más pequeñas para parecer ovejas cuando son lobos y todas se ponen de acuerdo para elevar paulatinamente los precios, tú no tendrás a donde ir.
Podrás optar a una nueva empresa, una que no te conozca y en la que surja la magia del amor primerizo, pero necesitarás tiempo y mucha batería en tu teléfono para poder comunicarte con las que van a ser tus exs, si superas las doce pruebas de los dioses. Ahora que por ley no pueden hacerte esperar más de equis minutos, su técnica es que directamente te cuelgan.
¿Es esto traición? Pues sí. Aunque te avisen. Y lo es porque tú habías contratado aquella tarifa magnífica que se ajustaba a tus necesidades. Anda que no fanfarroneabas nada con tus cuñados en las cenas con tu tarifa más baja que las suyas. Pero volviste a errar, no leíste la letra pequeña, no la leíste porque las gafas de farmacia de cinco euros no amplían tanto como para que puedas leerla, no la leíste porque la letra no solo es pequeña, sino que está escrita para que solo pueda leerla tu abogado, si es que tienes la desgracia de tener uno.
Al final nuestras relaciones con las empresas, las grandes empresas, se parecen mucho a las relaciones tóxicas que desgraciadamente siguen abundando porque no nos queda más remedio que conformarnos. O si nos queda otro remedio, pelear, permanecer despiertos y armarnos de paciencia contra todos aquellos avisadores que nos traicionan cada día.
Mientras tanto mi peluquero lleva cobrando el corte a once euros desde el año de Maricastaña, porque el pobre no se atreve a subir un euro la tarifa, porque tiene miedo de perder su clientela y porque su peluquería no tiene un nombre rimbombante en francés ni está llena de peluqueros mal pagados y explotados por alguien.
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