2022-12-18


Historias de caballeros enfundados en níveas armaduras relumbrantes. De señores y señoras que gobiernan sus huestes desde tronos de fierro y fuego. De lacayos, de vasallos, de calles embarradas sin sistemas de alcantarillado, de gripes, pestes y enfermedades campantes afectando a unos y otros.

De agricultores que trabajan de rodillas para pagar al señor que los protege, probablemente los protege de él mismo. Historias que suenan a muy antiguo, a muy lejano, pero en realidad no lo es tanto. La Edad Media, según la enciclopedia cibernética, terminó en el 1.500 después de Cristo, hace apenas 522 años. Los sistemas han cambiado, pero el fondo sigue siendo el mismo. Algún día en un futuro muy lejano, alguien mirará la historia de los años que vivimos y se dará cuenta de que nuestra civilización, pese a todos los avances tecnológicos y sociales, seguía funcionando bajo un sistema feudal disfrazado de mil formas.

Así avanzamos hacia una era robótica en la que las máquinas volverán a sustituir a las personas, una era de automatismos, inteligencias artificiales mucho más inteligentes que la mayor parte de la población, de especialización en pequeñas áreas, de neofeudalismo sin ilustrar, porque cuanto menos ilustrados estemos, más sencillo será dirigirnos.

Hemos cambiado el diezmo y el derecho de pernada por el índice de precios al consumo y el Euribor. Impuestos cuando compras cualquier cosa, impuestos al reciclaje, impuesto al valor añadido, etc. El veintiuno por ciento, que es el famoso IVA en España es un impuesto ineludible que pagamos al comprar y al vender. Es el impuesto del que sólo te puedes escaquear medianamente si eres autónomo y lo desgravas porque has gastado más dinero en tu negocio y no siempre es fácil hacerlo, además de tener un límite. Nos hemos acostumbrado a la cifra, pero es aterradora. Roza una cuarta parte de lo que ganas por tu trabajo, imaginad la tarta y visualizad la porción.

En la edad media había tres entidades a los que tenías que pagar impuestos, la iglesia, la monarquía y los señores feudales. Podías pagarlos en especie, con trabajo o con dinero. Ahora tenemos los estatales, los regionales, los municipales y los europeos.

Seguimos pues con este sistema feudal piramidal donde pagamos más los que estamos en la base del triángulo que los que están en la cúspide. Y encima pretenden que con nuestra buena voluntad y para salvar el planeta les hagamos las tareas de reciclaje por el módico precio de cero céntimos la hora. Recuerdo con añoranza esos tiempos en los que ibas a la tienda a comprar unas cervezas y a la hora de pagarlas el dependiente preguntaba: ¿Traes los cascos? Y si los traías te descontaban algunas pesetas.

Me viene a la cabeza la frase de "Que todo cambie para que todo siga igual”, la busco y descubro el "Gatopardismo".


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