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ALFREDO INFANTES DELGADO
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2025-02-23
Amistad Saharaui
Poesía saharaui hispanófona
Ya en una anterior publicación hice referencia a una gran poeta saharaui: Fatma Galia. El 12 de octubre se conmemoraba el Día de la Unidad Nacional Saharaui. Ahora, este pasado 18 de febrero muchos movimientos en lucha por la autodeterminación de sus pueblos en todo el mundo se han movilizado. Esta fecha ha correspondido también con la celebración del Día de la Mujer Saharaui. Y el próximo 27 de este mismo mes se celebrará, además, el Día de la República Árabe Saharaui Democrática -RASD-. Todos estos aconteceres me han motivado para elaborar este nuevo apartado poético de Libreopinante.
La Generación de la Amistad Saharaui se presentan en su blog como un grupo de poetas saharauis que pretenden transmitir el sufrimiento de su pueblo, unidos por historias de pastores que se perdieron persiguiendo sus sueños tras una nube. Son poetas que hablan y narran en español hermosos poemas que describen el drama de su pueblo, del color de la jaima y del desierto, al mismo tiempo que mantienen viva una relación rota por la política. Nacieron en Madrid, en 2005 (en junio cumplirán veinte años de existencia) Son poetas saharauis de diferentes puntos de la geografía española que iniciaban una andadura que empezaba por aquel entonces a dar sus primeros frutos y que hoy se apoya en bastantes libros publicados y una gran actividad desarrollada. Más compañeros y compañeras se han ido uniendo desde los campamentos de refugiados saharauis al nacimiento de este humilde sueño que, veinte años después, no ha dejado de ser humilde pero es más que una realidad.
En su manifiesto constitucional nos dicen:
La denominación “Generación de la Amistad” está cargada de sentido: Amistad del grupo de poetas que hemos compartido diferentes experiencias, infancia, exilio, estudio, trabajo en los campamentos; amistad como saharauis con los españoles que nos han apoyado, escritores, profesores e instituciones; amistad del pueblo saharaui con otros pueblos, como el español, el argelino, el cubano y tantos otros.
En suma, estamos ante una poesía que, más allá de aspectos formales y estilos personales diferenciados, comparte dos rasgos esenciales: la preocupación ética y la intención testimonial. Es una poesía que surge de la necesidad, de la urgencia de la verdad. Son esos elementos los que determinan el lenguaje, las imágenes, la simbología.
Bachir Ahmed Aomar
No soy yo
No me gusta lo que veo. La desvencijada ventana abre los ojos, sus goznes lloran. Me da miedo el viento si cae la lluvia, y se cuelan en mis oídos los truenos. Huellas de sangre manchan las nubes. Ruge el viento para que los árboles pierdan los vestidos. En las jaulas los pájaros temen cantar en las mañanas. Ocupan las esquinas los mendigos, sus miserias escupen. Pasa por la calle una guerra de ocultos muertos. Muecas de bocas desdentadas, las sonrisas. Sigue golpeando el viento, colándose por las rendijas, rompiendo los cristales. Huye la gente y el mundo se llena de huérfanos. No soy yo quien desea mirar por la ventana.
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Después de la fiesta
Se puede vivir en la muerte si la otoñal mañana es tibia. Huele a calima. Me gusta pensar en tus manos que me acarician en el pasado, porque te las cortaron en sueños. Es como sentir tu pecho cálido y tus muslos ardientes en las noches de verano, momento en que la alfombra era nuestro único contacto con el mundo. Solo una caravana de sudor descubriendo tu vientre. Cuando la fiesta acabe, quisiera morir en silencio, entrar en tu mirada para que me digas que hacer con mi vida después de la muerte.
****** Bahia Mahmud Hamadi Awah
Exilio V A mamá fallecida en el refugio
Diez años tras mí huida en el éxodo estuvo consumida en su dolor. Tras décadas entregada a nuestra lucha, en tierras prestadas del refugio para siempre se marchó. Mamá, hoy siento tus vivencias en mis sueños de exilio, siento tus enseñanzas que rebosaban humanidad, siento tus años orando tras mis huellas, siento tus nanas y siento el coro que ayer hacían por mi las cuentas color corinto de tu compasivo y puro rosario.
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Bubisher
A veces inesperado posa sobre los vientos de la jaima, a veces como un ágil anciano del desierto turbante blanco y silham[1] oscuro, saluda ávido sobre los secos ramos de una acacia.
Cuántas buenas noticias espera el nómada de tu visita, después de años sin lluvias, años de flacos dromedarios años sin leche ni pastos días en los que los niños lloran de gana y de noche duermen cansados de esperar.
Pajarito cantor, primavera del desierto, cantor de verdes pastos, cantor de buenas noticias para lefrig[2].
Una madre entra sonriente y le dice a sus hijos: Alegraos que nos visita Bubisher, viene con su piquito rebosante de cuentos y sus alas esparciendo historias. Y todos como dicta el rito beduino canturrean:
¡Bubisher ibasharna uibasharac biljeir Bubisher ibasharna uibasharac biljeir Bubisher ibasharna uibasharac biljeir!
Bubisher que tengas y nos traigas buenas noticias. -------------------- [1] Silham, especie de albornoz prenda de color oscuro que utilizan algunos ancianos que realza su presencia y personalidad. [2] Lefrig, campamento de jaimas tradicionales saharauis tejidas de lana de dromedarios.
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Limam Boicha
Jaima
Al vislumbrar en la imponente profundidad de la llanura, un débil resplandor de mar o de niebla, y si en el cielo veo un ondular blanco y refulgente, o quizás rojo y fosco, mi alma se imanta. Siguiendo su estela advierto una cresta ingrávida en el aire, azul, ligera, alada, y se vuelve ola, y aparece y desaparece, y me impaciento. Una vibración telúrica recorre mis huesos y aviva mi sangre. En medio de la grandeza de la planicie contengo el paso del aire y cavilo. ¿Era un relámpago de ensueño? Pero la ola o la cresta se eleva y rompe sobre una acacia. Y de nuevo un golpe sonoro, vestigio de memoria, o latido de lluvia, me revela nítida una jaima ¡cuánta dulzura! Y más allá otra y otra. Frente al espacioso habitáculo una llama brota, y la leña imperceptible y seca restalla, el humo azulado orilla la vista de unos hermosos ojos, y se eleva en un suspiro y se desvanece. La sempiterna arena acaricia los pies, a la vista las huellas inconfundibles de la majada, y en los contornos de la duna corretean niños desbordando alegría. El antiquísimo torrente de la vida palpita en la raíz de una jaima, y solo entonces, el universo está en orden.
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Galb
Me pregunta un viajero qué significa galb. Digo yo, por ejemplo, que Miyek es un lunar en el vientre de la tierra.
Que Ziza, por ejemplo, es pecho en lengua bereber, y que el ala de una duna puede tocar el mar del cielo.
Digo yo, por ejemplo, que en los altos picos de prismáticos amaneceres -frotando su piel- hay mucha vida dormida.
Que en la piedra pasajera hay platillos estacionados, islas que emergen desde el océano de la nada.
Un galb puede ser, por ejemplo, el nombre de una muchacha esculpida entre las pestañas de una cueva.
Como Tiris es el ombligo del Sahara, Galb es un corazón, corazón de piedra.
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Luali Lehsan
Al fin el cielo se acordó de nosotros
Al fin el cielo se acordó de nosotros, los niños giraban como trompos pidiendo lluvia, y febrero, como siempre, respondió a sus plegarias. Diluvió como nunca, y la barca de barro, donde navega nuestro sueño, se deshizo, ¡tierra en la tierra! La esperanza de los hombres azules se ha quedado desnuda, pero no ha muerto, brotará renovada, con las flores del desierto, que saben dormir en la memoria del suelo, hasta que algún febrero, redimido con plegarias de niños, las despierte. Al fin el cielo se acordó de nosotros, cuando todo el universo nos tenía en el olvido.
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Buscando paz
Cuando esquivo las espinas del tiempo y me refugio en el silencio de tu cuerpo, sólo estoy buscando paz. Cuando le viro el rostro a la incertidumbre de esta rutina, y sucumbo ante el encanto de la memoria de tu imagen, sólo estoy buscando paz. Incluso, cuando maldigo el peso de tu nombre sobre mis vértebras, la recurrencía de tus horizontes en mi mirada, el ardor de tus lágrimas sobre mis mejillas, sólo estoy buscando paz. Pero cuando te mires en el espejo del recuerdo y sólo encuentres el jeroglífico de mis besos en tu cuerpo, es que me he ido, me he ido a componer los cristales rotos de otra causa de amor. Para la paz.
****** Mohamed Ali Ali Salem
Alba y amanecer
Al abrazamos, al besamos. El alba, querida, cunde en nosotros y sentimos la muerte. Como sentimos la vida. El alba, querida, existe como existe tu herida sonrisa, tu angelical voz, tus tiernas manos. Tu melancólica mirada. Tu leve y risueño caminar. De alba: sólo de alba. El alba descansa en tu regazo. En mis manos descansa. Y en nuestras bocas repite: sólo la huella de los besos lleva a la felicidad. Mientras cabalga el alba. Va llegando el amanecer, cubierta de ternura. En su umbral. Porque el amanecer es suyo, es tuyo y mío todo el amanecer.
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No olvido
No olvido, compañera, la inminente presencia de días atrapados, de amaneceres mutilados en la lóbrega garganta de las noches de exilio. Ni mis años, temprano vividos y roturados en mis calles natales añoradas hasta la demencia. Mi tierra, lugar de donde vengo, a donde voy. Encadenada nación, razón de mi diáspora, de mi lucha, de mis pasos y mis alas que no cesan: porque se saben esperados.
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Mohamed Salem Abdelfatah (Ebnu)
El poder
Hoy es día de fiesta los poderosos mostrarán orgullosos sus fastos al poder.
Los otros sacrificarán sus sueños y la sumisión de sus antepasados.
Los pobres ¿Qué sacrificarán? lo más seguro es que devolverán al señor la única riqueza que les regaló le ofrecerán sus hijos pero antes esperarán hasta que el sol se eleve dos palmeras sobre el horizonte por si el arcángel quiere aparecer.
¿Quién sabe si no se repite el milagro? y además ¡Dios es tan poderoso!
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Hijos del sol y el viento
Aún vivimos en las esquinas de la nada entre el norte y el sur de las estaciones.
Seguimos durmiendo abrazando almohadas de piedra como nuestros padres.
Perseguimos las mismas nubes y reposamos bajo la sombra de las acacias desnudas.
Nos bebemos el té a sorbos de fuego caminamos descalzos para no espantar el silencio.
Y a lo lejos en las laderas del espejismo todavía miramos, como cada tarde las puestas de sol en el mar.
Y la misma mujer que se detiene sobre las atalayas del crepúsculo en el centro del mapa nos saluda.
Nos saluda y se pierde en los ojos de un niño que sonríe desde el regazo de la eternidad.
Aún esperamos la aurora siguiente para volver a comenzar.
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Mohamidi Fakal-la
De los pueblos emanan los milagros y de las noches oscuras nace la libertad. La noche navega en las profundidades del universo, bordeada por las espesas obscuridades. Y el amanecer emerge en las alturas venciendo la calma de la brisa. La crueldad despierta el sacrificio consentido por las generaciones . Al-fatah, el pueblo palestino, cundió en el alma a lo largo de dos decenios, enarbolando las palabras en un grito de llamas, que coronaban las silenciosas noches, sacudidas por los bombardeos y la pólvora. mientras se dispersaba el eco coreando las lamentaciones, valor y entrega. Deir Yassin, no hemos olvidado nuestra sangre derramada, a la luz de las miradas. Deir Yassin, y cómo podemos olvidar las cenizas de los huesos azotados por el viento al borde del abismo. Nos hirieron las garras del tiempo, la barbarie del ocupante, y fuimos aturdidos por las lágrimas y la tristeza, pero persuadidos con la causa de nuestro tiempo en una Intifada revolucionaria, que no podrá retener las letalidades. Somos un pueblo que ha sido crucificado por las tragedias y la vigilia de los reveses. Habitamos el infierno sin percatarnos de sus candentes llamas, sólo nos dio mayor determinación y firmeza. Recibíamos el mártir con orgullo y victoria, y las víctimas son despedidos con festejos. Alzábamos el canto de muerte, y lo vemos de por vida, la vida. Cantamos hasta las heridas cantan. De los pueblos emanan los milagros, y de las noches oscuras nace la libertad.
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Tú eres la vida porque das vida. Sin ti no hay vida. Sin ti no hay esperanza ni respeto ni decoro. Eres la vida, el verso de la vida. Entusiasmo sin sombra alma aguerrida de paz sembrando la vida, campos de flores, aroma y entrega a pesar de las heridas. A tu lado buscando la vida. Todo lo eres, sendero, maravilla humana que alumbra estrellas y mucho más que la mitad de los cielos. Eres la vida, perfecto sentido divino. Como las palmeras, las acacias y los santos de tierras recias, aún viven, sin que sus cielos apenas lloren. Hasta la muerte se rinde en el fin de la aclamación. Eres la vida palpita el corazón, brillan los colores de atuendos de banderas y se alzan las manos. Todo por la vida. Mujer.
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Saleh Abdalahi Hamudi (SHELA)
Bandera roja
El mar, la mar, mar, tan lejos estás, tan cerca de mi estarás. Mar, mar, mar, vamos a jugar yo traigo una cometa en forma de gaviota y una pelota para jugar a Kbaiba. Con tu olas cargadas de espuma Mar, mar, mar, yo traigo la brisa para que vuela alto tu cometa y olas que te abrazan cuando llegas a mi orilla Mar, mar, mar, vamos a tu encuentro vestidos solo la libertad, después de mucha espera bom,bom,bom bandera roja bom,bom,bom bandera roja bom, bom,bom la quiero verde bom, bom, bom dónde esta el mar, la mar, mi mar.
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Mujer en el exilio
Después de la tormenta de arena te levantas, bajo el alba del desierto, y te vas, cargando a lomo el peso del exilio, sacudiendo el polvo, que niebla con catarata tu nostálgica mirada. Allí estás tú mujer, contra el viento y su desaliento, mazando con amor la gracia de nuestra vitalidad. Al atardecer, ya fatigada pero a la vez gentil y gallarda, te vas, dejando huellas de sonámbula, hundiéndote en la arena, para encontrarte con el ocaso, Y con alivio, te sientas a evocar tu horizonte. El ocaso está gris, está amarillo, está rojo, allá todo está mezclado, acribillado por el siroco de sangre, por tormentas de polvo y pólvora. Y tú, mujer, percibes que tu ayer y tu presente será igual que mañana. Y te vas, de vuelta dejando estelas de sueños y sombras agitadas junto al viento. Mientras, despiertan tus huellas para encarar la próxima tormenta que a tus ojos se aproxima.
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Salka Embarek
Soy el Sahara
Seré guerra y cuando sea necesario, seré paz. Seré la paz de la guerra y el límite entre ambos lo marcaré yo.
Que no vuelvan a llamarme fanfarrona, Que no vuelva ningún ministro a provocarme, que durante los años de mi tragedia, ya le derribé algunos muros y logré hacer caer sus falsos estandartes.
No hay gobierno usurpador, ni cruel, ni rey tan soberano que pueda mirarme a los ojos, y negarme que es culpable. No podrá porque no ha olvidado las veces que le he enfrentado, le he descubierto y ganado.
Mírame bien, porque el timón está en mis manos, y el viento sopla a mi favor, no seré yo la que tema, no seré yo la que pierda, ni oirás mis palabras en vano.
Ya soy vieja, Treinta y cuatro años han pasado Pisando mi cuerpo, bajo metros de tierra enterrado. Más de treinta años han dejado en mi boca sabores amargos, algunos ya no los siento, otros se han vuelto brazos, de líderes desconocidos, de mujeres en esperanza, brazos de mártires que vuelven extendidos a la superficie, acudiendo a mi llamada, al de esta vieja que soy yo, y que ahora vuelve joven y renovada.
Que no me llamen fanfarrona, porque mis hijos le responden, que mi voz no es una sola, soy el Sáhara.
ESCUCHA BIEN MI NOMBRE.
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Piedras de Izik (Dedicado a los hijos de Gdeim Izik en el día del asalto al Campamento)
No me alcanza el alma a consolarlo, tu lamento. Mis versos tan amargos, como tus lágrimas, envuelven el día robado, el país robado, el viento robado. No me da la vida para abrazarlo, tu cuerpo, sin descanso en la noche tras los días de lucha, porque soy de tu sangre un fragmento libre que me puebla. Mas mi boca lo ha bebido, tu aliento, firme desafío que deja en desconcierto al enemigo. Ahora tus palabras son mis piedras, rompiendo del muro el silencio.
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Sukina Aali-Taleb
Agua
El agua nunca pesa en la carga del camello, me dice al oído una dulce voz de mujer. Cuando el sol amenaza con su aliento cálido, y se hace imposible avanzar un paso más, el agua no pesa, no. Cargué entonces mi mochila con agua para el camino, y dejé atrás mi camello, dejé también mi jaima, vestí otras ropas, y me calcé unos zapatos nuevos . Me adentré en tierras de alquitrán y lodo, donde los árboles crecen negros, y a veces el ruido no te deja pensar. Donde no hay descanso para el viajero, y sientes que unas manos te aprietan el corazón y no te sale la voz. El agua nunca pesa en la carga del camello, oigo entre risas decir a los niños. Avancé entonces, recorriendo caminos, esos zapatos pensé, me llevarán lejos. Salté por encima de los pozos, de agua, estancada, me equivoqué, confié, también lloré lágrimas, de agua. Pero el agua en mi mochila nunca faltó, el agua no pesa, no. El agua nunca pesa en la carga del camello, me llegan voces antiguas del desierto del Sáhara y de la montaña verde, no olvides llevar agua, pequeña. El agua es vida, te calma, te salva, agua dulce para curar heridas, y junto al agua, carga bien tu mochila de otras cosas, las cosas valiosas no pesan. No te arrepientas de dar y ser generosa. El agua nunca pesa en la carga del camello, y al cerrar los ojos, me sumerjo en el recuerdo, y siento en mi nuca el suave hálito de los que se fueron. El agua nunca pesa, pequeña. No seas tonta. No te arrepientas.
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De dioses, hombres y ratones (A mis oídos llegó un día la historia de un hombre ciego. Entre verdad y leyenda, este cuento llegó a mí, arrastrado y aupado por el viento. El viento del Sáhara que ruge airado en ocasiones, y otras, como hoy, suave y apacible para permitir que se escuche esta sencilla historia de dioses, hombres y ratones.)
Dios fue a visitar a un hombre ciego, su fin era concederle un único deseo. El hombre ciego pensó, y un instante tardó en decidir su deseo. Entre las miles de cosas que un hombre puede desear, aquel hombre ciego le pidió a su Dios ver el mundo del que tanto había oído hablar, aunque sólo fuera un minuto. Dios le concedió el deseo, y le permitió ver el mundo. Cuando sus ojos se abrieron y en ellos penetró por primera vez la luz del sol, la suerte puso en su camino a un peludo y torpe ratón que avanzaba a saltitos sobre las alfombras. Lo observó atento, y al cumplirse el minuto, sus ojos se cerraron y en ellos no volvió a penetrar jamás la luz solar. Desde aquel momento, cuando escuchaba a otros hombres hablar, ya no se quedaba en silencio. Si oía decir que algo era muy grande, apuntaba convencido: grande como aquel ratón que un día vi, si alguien era ágil, el hombre ciego señalaba, ágil como aquel ratón que un día vi, y si algo era realmente bello, para nuestro hombre ciego era bello y hermoso como aquel ratón que un día vio.
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Zahra Hasnaui
Sahrauia (A la mujer saharaui)
Tuve sed, y tus dedos escanciaron el rocío. Tuve hambre, de pan, de paz, y tus cantos me colmaron. Con la capa de estrellas, arropaste la noche gélida, acercaste la luna y la brisa marina. Espíritu, Alegría, esperanza, cómo compensarte, dime, cómo superar la magia.
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Voces (A todas las voces saharauis secuestradas, en tumbas y en cárceles; esas voces que, sin embargo, no sólo paredes revientan.)
Quizá pienses que tu voz no me llega, que el malvado siroco la rapta antes de llenar mis sentidos. Quizá sueñes que el eco es mudo el espejo ciego y los versos se acobardan.
Se agolpan tus clones, y alborotados pugnan por salir en blanco y negro de mi garganta. A veces escupo, casi siempre embucho, ira, sangre, paz, tierra.
Quisiera encadenar tus manos a las mías, el techo oscuro abrir a las estrellas.
Quisiera, los ojos, limpiar de rabia.
Treinta voces, Treinta veces, repiten la historia, porque nadie pudo, nada puede domar las voces que rozan el alma. |
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