... es un relato desgarrador, durísimo, que denuncia las abusivas relaciones de jerarquía, de familia y de poder político.

2023-12-17

 

El regreso de las golondrinas

 

A veces pienso que la pobreza de la gente va en relación directa con su bondad. También pienso que cada persona tiene su propio desino y que las historias de amor que parecen imposibles pueden germinar hasta en la esterilidad más profunda. Eso pasa en El regreso de las golondrinas, una historia de una belleza extraordinaria que el director chino Li Ruijun presentó en el Festival Internacional de Berlín 2022, obteniendo el Oso de Oro a la mejor película. La cinta también se alzó, ese mismo año, con la Espiga de Oro en la Seminci (la Semana de Cine de Valladolid). A pesar de estos premios, El regreso de las golondrinas fue censurada y retirada en China a las pocas semanas de su estreno, sin ninguna explicación por parte del gobierno. La causa más probable es que la película nos retrata, sin tapujos, las miserias de la vida rural en el pueblo chino de Gansu, que contradice la dictadura de la felicidad y el milagro económico que pretende vender al mundo el gobierno de China. A través de metáforas sutiles se nos va desgranando esta historia de amor, sencilla y tierna, como esos granos y semillas que se plantan en la tierra y luego se recolectan, en un símbolo de esperanza. Una historia de supervivencia en un mundo hostil, de exclusión, donde campan a sus anchas los nuevos caciques que dominan la tierra y avasallan, sin pudor, a los pobres habitantes de esos pueblos condenados a desaparecer, en beneficio de la moderna ciudad. Esa nueva ciudad que Ma y Cao, los dos protagonistas de la historia, nunca han visto. El tímido Ma y la enfermiza Cao, dos personas que han sido repudiados por sus propias familias que se enfrentan a un futuro incierto que les margina. Y qué decir de ese explotador sin escrúpulos en el pueblo de Ganso, al que Ma se ve obligado a donar sangre, una metáfora clara del vampirismo de la nueva casta que gobierna China. Ruijin utiliza planos fijos y escenas sencillas, cargadas de silencios y miradas, en las que la pareja protagonista se va compenetrando en una convivencia dura, pero cargada de respeto. No puede ser más bella la escena en la que Ma se despide de su burro, su fiel compañero en las duras faenas del campo. La mirada desconcertada del animal, que no entiende que su viejo amigo lo deje en libertad y lo abandone, es absolutamente conmovedora. La película ha sido titulada en otros países De vuelta al polvo, aunque en mi opinión es más acertado El regreso de las golondrinas, esas aves que son capaces de recordar, a pesar de los cientos de kilómetros recorridos durante las migraciones, el lugar exacto donde han construido sus nidos. Y el bueno de Ma ya se encarga de resguardar sus nidos incrustados en los tejados, cuando las excavadoras destruyen las viejas casas rurales.

Excepto los personajes protagonistas Wu Relin (Ma) y Cristina Hai (Cao), el resto de los actores y actrices que discurren por los campos de Gansu son residentes del pueblo, lo que les proporciona naturalidad y sencillez. Mención especial para el pobre burro sin nombre que se lleva la peor parte en el duro trabajo agrícola, aunque entiendo que no existe maltrato animal, como ha sido denunciado por algunos sectores animalistas. Curiosamente, Gansu es el pueblo natal del director Ruijin, que ha afirmado en sus entrevistas que no quiere perder las raíces que le vieron nacer y siempre que puede, utiliza su pueblo y sus alrededores como escenario de sus películas. La banda sonora está compuesta de los sonidos de la naturaleza, el viento, la lluvia, las azadas en la tierra, los rebuznos del burro, los susurros de Cao que apenas se atreve a hablar, los suspiros de Ma ante tanta adversidad, los crujidos de la casa. Todo esto aderezado por una melodía casi imperceptible compuesta por el músico Peyman Yazdanian.

El regreso de las golondrinas

es un relato desgarrador, durísimo, que denuncia las abusivas relaciones de jerarquía, de familia y de poder político.

Pero también es una oda a la bondad y un prodigio de sencillez, que transmite una paz interior muy aconsejable en los tiempos que corren. Si vais buscando acción y tiros está, no es la película. Aquí solo veréis dos personas que la sociedad ha excluido y que intentan sobrevivir trabajando la tierra. Y que construyen su casa con sus propias manos, como esos nidos de golondrinas.


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