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MARCELA CASILLAS "Cuidar no es tarea individual: es un encuentro entre edades, |
2025-09-21
Memoria compartida
La memoria es frágil, pero los vínculos no tienen por qué serlo.
Cada 21 de septiembre se conmemora el Día Mundial del Alzheimer y otras Demencias, una fecha que busca visibilizar un grupo de enfermedades que no solo afectan a quien recibe el diagnóstico, sino también a sus familias, amistades y comunidades. Se trata de un reto global, de salud pública y, sobre todo, humano.
Cuando escuchamos la palabra demencia solemos pensar en pérdida: de recuerdos, de autonomía, de identidad. Sin embargo, detrás de cada diagnóstico hay una vida entera de experiencias, emociones y relaciones que siguen vigentes. Las demencias alteran la capacidad de recordar, pero no anulan la posibilidad de sentir.
Una canción, una fotografía o un aroma pueden despertar emociones profundas y conectar a las personas con fragmentos de su historia. El cerebro, aun en medio de la desorganización y los olvidos, guarda como tesoros nuestros momentos más valiosos, aquellos que son nuestra esencia, personalidad e historia. Ahí, la familia y la comunidad cumplen un papel fundamental: ser memoria compartida, sostener con paciencia lo que la mente olvida, pero el corazón reconoce. La persona no desaparece con la enfermedad; cambia la manera en que debemos acompañarla.
En este acompañamiento, los vínculos entre generaciones adquieren un valor especial. Los nietos y las nuevas generaciones aportan energía, espontaneidad y ternura, cualidades que a menudo abren un puente inesperado con quienes viven con demencia. Un niño que dibuja con su abuela, una nieta que canta a su abuelo… son gestos sencillos que van más allá de la memoria: experiencias presentes, llenas de sentido.
El título de esta columna, Entre Generaciones, cobra vida aquí. Cuidar no es tarea individual: es un encuentro entre edades, un intercambio de fortalezas y aprendizajes que dignifica tanto a quien recibe como a quien brinda el cuidado. Requiere paciencia y amor, pero también apoyo, descanso y comunidad. Nadie debería cuidar en soledad; reconocer y sostener a los cuidadores es tan importante como atender a la persona diagnosticada.
El envejecimiento puede traer retos, pero también abre espacios de ternura y creatividad. Escuchar más allá de las palabras, comunicarse con gestos, abrazos y miradas, es recordar que la dignidad no se pierde con la edad ni con los problemas de memoria: se sostiene con el respeto, el amor y la alegría de quienes rodean a la persona.
Las demencias no se abordan solo desde lo médico. Necesitamos comunidades incluyentes, sensibles y empáticas, que comprendan que detrás de cada diagnóstico hay un ser humano con derechos, sueños y necesidades. Que este Día Mundial de las Demencias sea una invitación a mirar con otros ojos, a entender que envejecer con dignidad es posible si lo hacemos juntos, entre generaciones. Porque la memoria puede fallar, pero el amor, la compañía y los lazos humanos son los que realmente nos sostienen.
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