JUAN CANO PEREIRA 

"De momento, mi curiosidad músico-vital me ha llevado hasta las bandas sonoras cinematográficas.

2024-10-20

 

Solo se vive dos veces

 

A estas alturas —si es que alguien me lee por aquí—, ese hipotético lector ya habrá descubierto que con esto de la música no me ando con chiquitas, por lo que, en un momento dado, no sería de extrañar que me diera por dedicar uno de mis rebobinados a la música del telediario. «Todo tiene su tiempo y todo lo que se quiere bajo el cielo tiene su hora», dice la Biblia (concretamente en el Eclesiastés, capítulo 3, versículo 1). Y no es que este agnóstico convencido se haya caído del caballo, cual melómano Saulo de Tarso, pero nunca me oiréis decir que estas músicas no las tararearé. En peores saraos para mis oídos me he colado.

De momento, mi curiosidad músico-vital me ha llevado hasta las bandas sonoras cinematográficas.

En concreto, hasta las míticas canciones que siempre acompañan los créditos de las películas de James Bond. De hecho, con el tiempo, se ha ido haciendo tan esperado el estreno del tema que acompaña a cada película como la propia nueva entrega de la saga del agente 007. Además, siempre lo hacen con éxito, tanto en intérpretes como en melodías. Desde el mítico «Satánico Doctor No», un soberbio instrumental de John Barry elegido hasta la saciedad, incluso por grupos rockeros, como música de cabecera en el comienzo de sus conciertos, hasta la interpretación de «Sin tiempo para morir» (compuesta por Hans Zimmer) en la lacrimosa voz de Billie Eilish para la última hasta ahora entrega de la saga en el año 2021.

Pero la banda sonora del super detective elegida por mi compulsiva curiosidad musical —y que es también del gran John Barry— es la maravillosa «Solo se vive dos veces», o eso parece, como cantó Nancy Sinatra en 1967. Una posibilidad, la de las dos vidas, que solo podrán alcanzar quienes tengan la valentía de desdoblarse en dos, pero sin partirse, sin desmembrarse en el intento. Porque ¿no multiplicaría por dos el valor de su existencia quien, no solo vive lo ordinario, entendido como lo regular y lo que parece ser a simple vista, sino que se entrega además con la misma o más intensidad y pasión a sus sueños, a sus anhelos, incluso los más inconfesables?

La deriva de los años puede parecer insulsa y aburrida mientras discurre en una calma chica tediosa y desesperante, «hasta que aparece un sueño y el amor es su nombre». Es entonces cuando no nos podemos permitir ser cobardes. A toda costa, tenemos que subirnos a esa ola.


 

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