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ENTREVISTA
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2025-02-23
POR MARIBEL COLMENERO
Juan Cano (Bélmez de la Moraleda, Jaén, 1965) vive, desde hace años, en Madrid. Escritor y músico, su primer contacto con la literatura fue con diecisiete años. Compañero en Libreopinante, encargándose de la sección Rebobinando el casete, escribe con regularidad en el periódico Ideal Sierra Mágina (sobre temas del lugar donde nació, que también se pueden encontrar en su blog El Almecino). Ha realizado alguna incursión en el mundo de la edición, tiene relatos publicados en libros colectivos, es autor de dos novelas, y publica en redes en sus blogs.
—JUAN, si me permites empezar con esta pregunta, ¿a qué te dedicas profesionalmente?
Voy a contarte un poco mi historia. Yo trabajé durante 24 años como mando medio de una gran superficie, en una famosa cadena de hipermercados de cuyo nombre me acuerdo más de lo que quisiera. No era el trabajo de mis sueños, pero me dio de comer muchos años, hasta que en febrero de 2016 mi salud se resintió muy seriamente como consecuencia, principalmente, del estrés laboral. Así que, como a Paulo de Tarso, aquella pedrada tremenda me tiró del caballo, y con tal estrépito que casi me lleva al otro barrio. Fue entonces cuando me planteé darle el giro que siempre había querido darle a mi vida: desde muy pequeño quise ser escritor, así que me puse manos a la obra, y hasta hoy.
—¿Cómo fueron tus inicios en la escritura, siendo un adolescente?
Escribir lo hago desde que tengo uso de razón, pero cuando estudiaba COU como interno en la antigua Universidad Laboral de Córdoba, mi gran amigo desde aquellos tiempos, Javier Villatoro, y yo, con la ayuda de una asociación cultural cordobesa, publicamos un pequeño libro con nuestros primeros relatos. Teníamos entonces 17 años.
—¿Desde cuándo colaboras en el periódico digital Libreopinante? ¿Cómo conociste el periódico?
Hace un par de años, más o menos, se puso en contacto conmigo el director, administrador y alma mater de este bello proyecto de libre opinión, José María Hermoso. Me imagino que habría leído en las redes algo de lo que escribía y me invitó a participar como articulista en Libreopinante. Por supuesto, yo acepté con mucho gusto.
—¿Siempre has llevado la misma sección, Rebobinando el casete, o has escrito en otras?
Bueno, Jose me dio varias opciones a la hora de abordar mis artículos en el proyecto, y la de tener una sección fija fue la que más me llamaba la atención. Por otra parte, como así está establecido en el espíritu de Libreopinante, el nombre y, por supuesto, la temática, los elegí yo.
—Háblanos sobre esta sección: cómo surgió la idea del título y, especialmente, su contenido, que me parece muy original.
Hacía tiempo que quería darle rienda suelta a mi otra vocación (la música), pero desde un punto de vista literario. Digamos que, en Rebobinando el casete, repaso esa casete que tengo grabada a fuego en mi memoria y que me lleva a golpe de música por mis recuerdos. Es como las casetes que grabábamos los adolescentes de los ochenta —la playlist de nuestra vida, que dirían los modernos—. Eso no quiere decir que solo hable de música, ni que esté divagando en una eterna añoranza de otro tiempo mejor en el que era, sobre todo, joven. La música en mi sección es el hilo que enlaza cualquier tema, incluida la política.
—Me gustaría saber algo más sobre los temas que tratas en tu columna del periódico Ideal Sierra Mágina: ¿todos están relacionados con ese lugar donde naciste?, ¿qué enfoque le das, desde qué perspectiva hablas del tema?
Uno de mis referentes literarios, como jienense y de Mágina que soy, es Antonio Muñoz Molina. El impacto que para mí supuso encontrar en su Jinete polaco aquella Mágina novelada tan familiar, me dio unas claves sobre la ruralidad que, años después, en un taller literario en el que participé, el propio Muñoz Molina me confirmó. Nos habló entonces de cómo un joven Don DeLillo, desde su Bronx, veía la literatura (y la escritura en general): un mundo inalcanzable que se daba allá, en Manhattan, en el barrio que estaba al otro lado del puente. Un lugar tan lejano como a Muñoz Molina le podía parecer Madrid desde Úbeda. En España, el peor insulto que puede recibir quien se dedica a cualquier faceta artística (y escribir buenos artículos o crónicas es un arte) es que lo tachen de localista o costumbrista, mientras perdemos los vientos por todo lo americano, que es tan cateto en el buen sentido como lo nuestro. Escribir sobre Mágina es contar el mundo y la actualidad desde los ojos de sus gentes. Hacerlo desde la distancia, desde Madrid, creo que me permite ver a ojo de águila todo, sobrevolando por encima de su abrupta y escarpada orografía y de la niebla que todo lo confunde.
—Creo que podría decir que Los niños de las caras y El reino de las hormigas son tus dos grandes hijos literarios. Sin hacer espóiler, dinos de qué tratan, haz una pequeña sinopsis de ellos.
Los niños de las caras, mi primera novela, no es un libro más acerca del considerado fenómeno parapsicológico más importante de todo el siglo XX, sino que trata en realidad sobre el devenir histórico de un pueblo, narrado a través de los ojos de un niño que aún no había cumplido los seis años aquel fatídico atardecer del 23 de agosto de 1971, cuando apareció la primera de una interminable serie de caras que terminaron poniendo a Bélmez en los mapas de la modernidad de la manera más estrambótica e inesperada. El narrador, ese niño, es, por supuesto, el alter ego de aquel niño que fui, que vivía enfrente de la casa de las caras y que jugaba a ser invisible en medio de todos aquellos personajes.
El reino de las hormigas, mi segunda y última novela hasta ahora, está ambientada —como mi amigo Javier Villatoro escribe en su contraportada— en los infinitos pasillos de la Universidad Laboral de Córdoba, cuando era uno de aquellos mastodónticos centros de enseñanza profesional y secundaria para permitir el estudio a jóvenes rurales sin otro acceso a la enseñanza, donde retumbaba siempre la música. Allí, Julio Villán, el personaje principal, atraviesa esos largos corredores sin fondo con la cabeza llena de acordes. Siempre la música por encima de todas las cosas. La que lo acompaña durante aquellos años de exilio de sí mismo, mientras se busca en otros ojos, en otros cuerpos, para descubrirnos a cada paso, a cada plegar de cada página, que la melodía es al amor, lo que al sexo es el ritmo. Es una novela sobre amor y sobre amar, sobre ciencia y adolescencia, sobre la música que los días silban al oído de las palabras.
—Has publicado también relatos en distintos libros colectivos. ¿Alguno que destacar especialmente o alguna de las obras en que se han publicado por la que te decantes?
A los tres libros colectivos donde he publicado relatos le tengo un especial aprecio, sobre todo por el significado de esas publicaciones. Sierra Mágina territorio literario, por ser el primer libro de relatos dedicado en exclusiva a la tierra que me vio nacer, Esencia de olivo, por tratar sobre el árbol-vida de nuestra provincia, y Madrid territorio literario, por darme la oportunidad de demostrar mi agradecimiento con la tierra en la que vivo desde hace ya treinta años.
—¿Qué nos puedes decir sobre los Premios Guzmán Merino de Cuentos?
Qué va a decir uno de sus padres sobre ellos. Yo los concibo primero como un testimonio, no solo literario, sino también etnográfico, de Sierra Mágina en general y de Bélmez de la Moraleda en particular. Y segundo, y no menos importante, estos premios están resultando ser la cantera donde foguearse futuros escritores de Sierra Mágina. Pues eso, que amo los Guzmán Merino con toda mi alma.
—Las caras de Bélmez están presentes en gran parte de tu obra y, yo diría, que, de tu vida, ¿qué ha supuesto para ti?, ¿cómo has vivido y contado este extraño fenómeno?
Como niño de las caras que soy, están presentes en mi biografía desde 1971. Mi relación con ellas, como se puede leer en mi primera novela, es de amor y odio, de idas y venidas. En la actualidad se podía decir que somos pareja, de hecho. Con el fenómeno en sí siempre he sido escéptico, lo que me ayudó mucho a la hora de escribir la susodicha novela que, recuerdo, aunque esté llena de parapsicólogos, no va de parapsicología.
—¿En qué blogs escribes? Háblanos de ellos.
El blog donde escribo sobre Sierra Mágina, y que recoge también los artículos para Ideal Sierra Mágina, es el almecino.blogspot.com. Antes tuve otro que se llamó como mi segunda novela, pero en el que ya no escribo nada. El resto de las entradas que publico, ajenas a Sierra Mágina, las recojo en mi sitio web: juancanopereira.com
—Y del Juan, músico, ¿qué nos puedes decir?
Que me gustaría darle un empujoncillo ahora. A raíz de mi segundo libro, ya que la música lo empapó por completo, junto a mi amigo Javier, su hijo Julián y Amparo, mi mujer, retomamos nuestros viejos sueños musicales.
—¿Qué tipo de música es tu preferida?
Creo que no le hago asco a ningún estilo. Confieso que, aunque no lo he conseguido, he intentado comprender el reguetón. Es lo único que me supera, me imagino que por prejuicios generacionales. Sin embargo, el rap me ha terminado por enganchar. Pero lo mío, como intérprete y autor, está en las líneas del rock, pop-rock y folk-rock, sobre todo.
—Creo que además compones. Cuéntanos algo sobre esta faceta tuya.
Cogí por primera vez una guitarra con 13 años. Desde el momento que aprendí los acordes básicos, empecé a combinarlos mientras inventaba melodías a las que, acto seguido, terminaba poniéndole letra. A finales de los ochenta, y de nuevo junto a Javier Villatoro, formamos un grupo que tuvo su periplo, sobre todo por la ciudad de Granada. Desde entonces habré compuesto casi un centenar de canciones.
—En una escala del 1 (mínimo) al 10 (máximo), ¿en qué punto colocarías la música en tu vida?
Creo que esta pregunta la contesta mi artículo de Rebobinando el casete de esta edición cuando escribo que no concibo la vida sin una banda sonora que, si no la explique, al menos la acompañe y la arrope, hasta que la llene de sentido y la haga soportable. Porque la música es un arma arrojadiza contra el ruido del mundo, un ariete golpeando las puertas y ventanas de la oscura morada donde la humanidad rumia sus despropósitos, una espada láser con la que rasgar la sucia telaraña que rodea todo, un haz de luz que deslumbra a este hombre siniestro, hasta que se avergüenza de sus negros pensamientos. Y no, no es magia, aunque lo parezca. Es decir, un 10.
—Tenemos ya aquí el Carnaval. ¿Cuál sería tu playlist para estas fechas?
Hace tiempo que no sigo muy de cerca el Carnaval, pero siempre he sido, primero, de Martínez Ares y después, por supuesto, del malogrado Juan Carlos Aragón. Chirigota y reivindicación social por encima de todo. En cuanto a mi playlist, debido a mi eclecticismo musical, varía de un día para otro. Ayer, por ejemplo, estuve dándole muchas vueltas al último trabajo de León Benavente, Nueva sinfonía sobre el caos, que terminó por inspirar ese texto al que te he remitido en la pregunta anterior.
—¿Te quedas con ganas de hablar de algún otro tema?
Creo que he hablado demasiado. Siempre me pasa, que no hay quien me pare.
—Por último, suelo hacer un Retrato Personal al entrevistado. Son varias preguntas de respuestas muy breves.
Una película: Qué bello es vivir, de Frank Capra. No confundir con La vida es bella, de Roberto Benigni.
Una canción: Jersey girl, de Tom Waits.
Un libro: Cien años de soledad, de García Márquez.
Una figura del mundo de la música: pongo una figura española, Paco de Lucía.
Una figura del mundo de la literatura: pongo otra figura española, por su pulcritud en la escritura, Miguel Delibes.
¿Relato largo o novela corta? Como decía Faulkner, después de la poesía, lo más difícil de escribir es el relato. Los novelistas somos unos poetas y cuentistas fracasados que nos dedicamos a divagar y divagar. La esencia de la literatura estará mejor representada, siempre que haya calidad, por un relato que, por una novela, sean ambas opciones cortas o largas.
¿Literatura o música?: Literatura y música, o música y literatura. Me da lo mismo que me da igual.
Una palabra que te defina: soñador.
Tu mayor virtud: la ilusión.
Tu mayor defecto: ser un iluso soñador.
Un sueño cumplido: ser escritor.
Un sueño por cumplir: grabar un disco.
La peor pesadilla: la que me atrapó durante 24 años en un trabajo y una vida para la que no había nacido.
El mejor regalo: Amparo, mi mujer, mi compañera, mi escudo, mi todo. Conocerla y vivir junto a ella ha sido el mejor regalo que me ha dado la vida.
Un referente en tu vida: no tengo un solo referente. En esto me aplico la técnica comercial del benchmarking, inspirándome en lo bueno que descubres en cada persona que se cruza en tu vida, sean tus padres, tus amigos, o también tus enemigos, quienes, la mayoría de las veces, te inspiran para hacerte mejor persona, aunque sea porque termines haciendo justo lo contrario que ellos.
¿Qué es la literatura?: Tanto como lector o como escritor, es un maravilloso método que tenemos los humanos para vivir muchas vidas. Tantas como podamos imaginar.
¿Qué es la música? La mejor droga que el hombre ha podido inventar, tanto para sobrellevar los malos tiempos, como para acompañar los buenos momentos.
Un lema, o una frase, a seguir: cualquiera que me enseñe o me inspire, mientras no suene a libro de Paulo Coelho o predique la apología de una meritocracia irreal.
No me parece que Juan hable demasiado, por lo menos no en esta entrevista que a mí me ha resultado corta. Me he quedado con ganas de saber más. Desde la primera palabra, Juan ha conseguido que me involucre en su historia como si fuera la mía propia. Su relato me ha atrapado igual que una buena novela, de esas que quieres conocer el final y, al mismo tiempo, desearías que no lo tuviese para poder seguir disfrutando de la misma. Juan demuestra manejar con maestría la palabra, no me cabe duda de su calidad literaria, y me deja con ganas de conocer mejor su obra. ¿Y su faceta como músico? Reconozco que soy más de letras que de notas musicales, pero, otro de los logros de Juan, por llamarlo de alguna forma, con sus respuestas es que me haya interesado también por esta rama de las artes encontrándome, de pronto, buscando en Google el tema Jersey girl y a Tom Waits, por poner un ejemplo. Y no siempre me ocurre esto. Solo me queda dar las gracias a Juan por todo lo que ha contado en esta entrevista, y desearle que su sueño de grabar un disco sea pronto una realidad. Y que me lo diga, que me encantaría escucharlo.
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