Más en este triste proceso que todos debemos atravesar varias veces, hasta que nos llegue nuestro propio turno, existe un halo de justicia que nos iguala: la vida sigue sin detenerse, indiferente, sentando en el mismo banco a las clases sociales más humildes junto a las más altas, en igual nivel que gobernantes, reyes o el propio Papa. La vida, la muerte, pone de manifiesto que nadie es más que nadie.”

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