La Ciudad de la Luz arde y lo hace, o al menos así nos lo cuentan, como consecuencia de las malas políticas de integración social.

2023-07-16


La Ciudad de la Luz arde y lo hace, o al menos así nos lo cuentan, como consecuencia de las malas políticas de integración social. Lo curioso es que Francia, concretamente París, ha recibido a multitud de migrantes procedentes de distintas naciones del mundo, incluida España, a lo largo de su historia. Miles de compatriotas nuestros pasaron los Pirineos, sobre todo al finalizar la Guerra Civil, y comenzaron sus nuevas vidas en el vecino país galo. Y no lo hicieron en los barrios pudientes, no se asentaron en las zonas exclusivas, sino que fueron realojados en los mismos espacios que se habilitaron para acoger a toda aquella nueva población que llegaba sin un céntimo en el bolsillo, pero con la ilusión que imprime el comenzar de cero en una tierra de oportunidades. Lo curioso es que poca, o ninguna, población francesa descendiente de españoles, de segunda o tercera generación, nacida y criada en esos barrios periféricos parisinos marginales, se ve quemando contenedores o protagonizando graves altercados públicos. Tal vez la raíz del problema no esté en el lugar de residencia, sino en tener, o no, interiorizada la cultura de la Libertad, Igualdad y Fraternidad. Tal vez.


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