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2024-08-11
Yo te invité
La conclusión de una reunión no es una decisión que sea rogativa de los invitados. La persona que invita decide el día y la hora en la que recibe a los invitados, pero la despedida se realiza de forma diferente.
Es posible que la reunión se alargue excesivamente, o que algunos de los presentes pierdan la noción del tiempo. Entonces el anfitrión debe recordar, que este día sea abierto también a los demás. Las miradas furtivas, y el reloj y la entrega a otra tarea no son la forma más adecuada de activar la despedida. Ya que puede prolongarse y hacerse durar a un ritmo más acelerado.
Es por lo que, a lo largo de un tiempo prudencial, el anfitrión podría ofrecer una nueva ronda, si los invitados están a gusto y comprenden que es una indicación de despedida, siendo entonces cuando estos deben actuar en consecuencia. Pues para nuestros invitados, es una ocasión de su limitación y si estamos realmente cansados, deben de entenderlo. Y máxime con perspectivas de madrugar al día siguiente.
Siempre podremos señalar que es la última.
En ocasiones en las que se nos ocurre organizar algo, tenemos que pensar en las consecuencias, posteriores, y el anfitrión siempre habrá de permanecer en su cargo. Pero mientras la recepción dura, este no perderá la perspectiva de su cargo, de coordinador de la jornada.
Despedirse por tener consistencia a aquellos que han decidido marcharse, está también fuera de lugar, pero es una amabilidad hacia el invitado que hace, además de despedirse, solicitar que alarguen un poco la asistencia adecuada, lo agradable que lo estamos experimentando en su compañía.
Una medida fundamental es asistir a los huéspedes al rellano y esperar con ellos la llegada del ascensor. En caso de que sean personas mayores, se les puede asistir hasta el portal. En una casa se los lleva hasta la entrada de la calle, y si el invitado se dirige en vehículo, es necesario esperar hasta que este comience su marcha.
Al despedir a sus huéspedes, el anfitrión cortés, se encuentra especialmente atento a aquellos que pueden tener dificultades para regresar a sus hogares, y no será necesario acompañar al invitado extranjero hasta su hotel. A una persona mayor o a la invitada que ha venido sola de noche esperar con ella el taxi.
Estas son normas no escritas que dependen de la ocasión y del tacto de cada persona, pero respaldan la verdadera educación. Al anfitrión, corresponde supervisar la ingesta de las bebidas, pero esta sí que evidencia que eso es algo que no siempre se puede evitar. En un caso de este señor o señora, si la persona ha venido acompañada, le solicitaremos a su pareja con total discreción que la lleve hasta su hogar. Si la persona ha venido sin pareja, debemos tomar la responsabilidad de ella hasta que esté en condiciones de marcharse. En todo caso, no se debe permitir que conduzca, es preferible que permanezca en una zona apartada de la reunión, o bien llamar a un taxi para que le lleven a casa.
Ahora digo yo, ¿cumplimos estas normas cuando tomamos la decisión de organizar una fiesta? Esto es importante conocerlo para no tener que conocer después, a quien invité. Y así no volver a invitar.
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