JUAN ROMERO GÓMEZ 

"Allí era cuando escribía los momentos de amor que tú me dabas.

2025-02-09

No volverá

 

Fue ese día. A principios de primavera, una noche clara de estrellas, cuando yo miraba el infinito, y tú me cogiste de la mano, y casi sin esperarlo me dijiste tu nombre: me llamo María José, pero me llaman María. ¡Qué fatalidad que te priven de la mitad más hermosa, de tu poderoso nombre! En aquellos momentos de felicidad, esos días que eran azules y profundos, donde, juntos los dos, las horas pasaban sin reloj, qué tiempos y qué recuerdos. Ahora todo es diferente desde tu marcha, una marcha sin retorno que yo aún sigo sin comprender. Cuento los días y sigo contándolos como si fueras a volver, todavía no entiendo que, desde lo infinito, nunca se vuelve otra vez.  Hoy he necesitado, tener la fuerza de levantarme pronto, con el único deseo de sentirme más libre. En este rincón de mi casa, donde la luz de la mañana me acompañaba para escribir, todo lo que hemos vivido juntos esos años, yo siempre cada cosa y cada minuto vivido junto a ti lo guardaba, algo así como un diario.

Allí era cuando escribía los momentos de amor que tú me dabas.

¿Y ahora, cerrando los ojos, me preguntó? ¿En qué lugar estarán ya todos mis recuerdos y pensamientos juntos, que yo te confesaba, y tú guardabas como un tesoro dentro de ti? Y ahora que solo me rompen la paz de la noche, y no me dejan dormir. Sueños perdidos que en un tiempo me alentaron. Y ahora me dan momentos difíciles de dominar. Apenas han transcurrido unos meses desde tu marcha, y desde ese día el vacío se ha apoderado de mí. Estoy empezando a sentirme como el campo que era fértil, y cuando se deja de labrar, la mala hierba se apodera de él. Y de mí se están apoderando las lágrimas y la soledad. Sin pedirme permiso, se han instalado ya dentro de mi vida. Pero en ese mismo momento de dolor siento cómo también se han instalado dentro de mi alma, los momentos y experiencias vividas juntos que pudimos compartir.  Sé que empezamos con un simple “hola” y fue suficiente… Ahora he cerrado un capítulo de mi vida. Tal vez sea eso a lo largo de la vida, capítulos, que se abren y se cierran. Uno de los peores momentos que nos encontramos en la vida, es cuando nos llega una despedida sin esperarla.  Sobre la persona que más se ha amado. Ahora, en ese lugar donde duermes el silencio eterno, donde el aire es tu compañero, cuando mueve tu barca. Ya estás sola, esperando cómo todos los muertos esperan sin fin. Dentro de mí, me queda el recuerdo que, por más dolorosa que fuese la despedida… Siempre dejó en el camino historias maravillosas.  Ahora con un triste final. 


 

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