28-08-2022
Cleve Backster, un especialista del polígrafo, una noche estando aburrido en la habitación de un hotel, en la cual había una planta, se le ocurrió colocarle en una hoja los electrodos del polígrafo, para ver qué ocurría.
En el momento de colocarlos, no sucedió nada, pero luego le puso agua a la planta y el polígrafo empezó a moverse de diferentes formas que indicaban y se captaban como cierto placer y gusto de recibir algo. Él quedó impactado y maravillado a la vez. A continuación, pensó: ¿Qué pasará si le quemo una hoja? Solo con la intención, el polígrafo empezó a hacer gráficas muy alteradas y al encender la cerilla parecía que había enloquecido. Cleve pensó, ¿entonces las plantas tienen sentimientos? Así que dedicó tiempo libre a investigar. Introdujo una planta en una habitación totalmente vacía. Entró una persona, le echó agua y la acarició, luego entró otra, no hizo nada simplemente la ignoró. Pero entró una tercera persona con unas tijeras con la intención de cortarle algunas hojas y así lo hizo. Luego Backster le puso los electrodos. Cuando entró la primera persona, la planta manifestó placer y alegría. Cuando entró la segunda el polígrafo manifestó una gráfica plana. Sin embargo, cuando entró la tercera persona, el polígrafo parecía que había enloquecido. A raíz de éste y otros experimentos, dedujeron que las plantas tienen memoria y sentimientos. Hay un libro "La vida secreta de las plantas" de Peter Tompkins. Por si te apetece saber más.
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