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... le prometieron trabajos y desarrollo gracias al turismo, |
2024-03-24
¡Nos echan!
¡Nos echan de nuestras casas y de nuestra isla!
Gritan los garífunas de Cayo Cochinos, en Honduras, ante el acoso que reciben durante cuatro meses al año.
Para quienes hemos vivido en Honduras y amamos aquella tierra, sabemos lo duro que es la vida allí a pesar de su belleza. Recuerdo vivir los atardeceres más bellos en Tela, una ciudad garífuna de la costa. La Ceiba es otro lugar de ensueño. Frente a esta costa se encuentran un grupo de islas paradisiacas donde viven desde hace más de 200 años el pueblo garífuna, una mezcla de esclavos escapados de los barcos negreros y los indios caribes que habitaban las islas desde tiempo inmemorial. El resultado es una cultura rica, viva, alegre… Nunca olvidaré las tardes a la sombra de las palmeras viendo bailar “punta”. En 1994, el gobierno hondureño descubrió el potencial turístico de las islas del Caribe, especialmente en Roatán y Utila. Todos los cooperantes que hemos pasado por allí sabemos que es una visita obligatoria. Al principio,
le prometieron trabajos y desarrollo gracias al turismo,
pero pasados los años, la realidad fueron trabajos mal pagados, drogas y prostitución como única salida. Recuerdo jóvenes alumnos que acababan entrando a las maras procedentes de familias que habían sido expulsadas de las islas, también locales a pie de playa donde te ofrecían “negritas vírgenes de 15 años” por 20 dólares. Todavía se me revuelven las tripas al recordar las filas de niñas, apenas llegadas a la adolescencia, esperando a sus clientes, todos europeos y estadounidenses, en las puertas de los hoteles. El último golpe a los habitantes de las islas se lo están dando, desde hace unos años, los realitys extranjeros donde famosillos de medio pelo juegan a modernos robinsones. En España este reality reúne cada semana a un buen puñado de espectadores, dicen que llega a ser líder de audiencia. Lo que no sé si saben esos millones de espectadores es que estas islas sí están habitadas. Cada año, durante cuatro meses, más de 200 personas invaden la isla mientras los habitantes son confinados en poblados de chozas de madera y paja durante las grabaciones, para que no salgan de la zona restringida y evitar que alguna cámara pueda grabar algo incorrecto. Una de las líderes garífunas, de nombre Juana Martínez, denuncia que durante el tiempo que los españoles de la televisión andan en la isla, esta queda militarizada, les impiden salir a pescar o recoger cocos, por lo que sus familias, pobres ya de por sí, quedan en situación de extrema vulnerabilidad. Otro caso que dio mucho que hablar fue el de Jurdin Zúñiga, que denunció acoso militar, amenazas y extorsiones por parte de los militares, llegando a disparar a aire para disuadirles. Sus palabras exactas fueron: “a los militares solo les importa que el programa salga bien”. Una situación que convierte a los habitantes de Cayo Cochinos en los auténticos supervivientes de toda esta historia.
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