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2024-06-16
Y vuelta la burra al trigo
A lo largo de la historia se han sucedido los momentos en los que los pueblos, solitos o animados por sus dirigentes, se han conducido hacia una repetición de hechos pasados, en un acto de olvido absurdo de la Historia y sus consecuencias.
Es posible que siempre estemos dispuestos a pensar que a nosotros no nos pasará lo mismo y que aquello pasó por unas circunstancias que ahora no se dan, pero lo que está claro es que tenemos una clara propensión a repetir errores pasados y a no aprender de aquello que una vez ya nos hizo tambalearnos.
Nos pasa cuando conocemos a alguien, que se parece sospechosamente a otro alguien a quien conocimos con anterioridad. También cuando nos fiamos de un asesor y volvemos a invertir en algo “seguro” como aquella vez que perdimos todos nuestros ahorros. O cuando volvemos a pedir un préstamo que, éste sí, podremos devolver sin problemas y no como aquel que nos hipotecó casi de por vida.
¿Y ahora? Pues ahora resulta que estamos a un paso de abrir las instituciones europeas a las mismas ideologías que una vez sumieron a esta tierra y a su gente en los episodios más brutales y nefastos de su historia, con millones de muertos y hambrunas generalizadas y con unos efectos que provocaron un antes y un después en el ordenamiento mundial.
Argumentos que justifican ciertos apoyos, los he oído de todas las formas y colores. Desde quien piensa que no son los mismos, o sus nietos, que, para el caso…, sino que es una corriente política nueva, evolucionada de una situación de crisis casi permanente, hasta otros que me han explicado con bisoña inocencia que en realidad todos sabemos que no llevarán a cabo las peores propuestas de sus programas, porque ya habrá quien no les deje. O, mejor aún, hay quien me ha dicho que no está de acuerdo con la mayoría de lo que dicen, pero sí con una parte, y que confían en que las propias instituciones europeas no les dejen llevar a cabo lo que a él/ella no le gusta, pero sí el resto, como si no fuera todo en el mismo paquete, en un envase indivisible que o compras completo o mejor lo dejas donde está.
El caso es que, lo dicho hasta aquí, no es más que la constatación de un hecho, avalado
por los resultados de las últimas elecciones europeas.
Pero ahora es cuando debería venir la parte más interesante y más importante: el análisis de por qué, cómo, y hasta dónde.
Debería ser un análisis pausado, calmado, sin las interferencias habituales de temas personales, que no solo no ayudan, sino que entorpecen, y nos debería llevar a un pacto para poder revertir la situación.
Pero, dicho con toda la sinceridad y pesadumbre de la que soy capaz, que en estos momentos es mucha, desconfío de que esto vaya a suceder. No veo yo en el horizonte actual a nadie capaz de liderar ese análisis, desprendiéndose a la vez de sesgos y favores, y conducir una propuesta que sea capaz de eliminar lo que se ha hecho mal y, lo que es más importante, lo que no se ha hecho. Porque esto último es lo que mucha gente ha echado en falta y ha provocado que empiece a mirar a otro lado, donde otra gente estaba esperando para ofrecer una alternativa que en realidad no les ayuda en nada, pero les suena diferente y eso, a veces, ya es mucho.
La sensación de día después del lunes día 10 fue de otro lunes anodino. Nada ni nadie parecía haber cambiado y todo el mundo seguía a sus quehaceres. La frase da igual que salgan unos u otros, yo mañana tendré que ir a trabajar igual, se cumplía a rajatabla.
Y esa sensación es sencillamente el mejor apoyo que ciertos sectores han encontrado para prosperar.
Porque en realidad no da igual. No es el mismo escenario que era hace unos días ni va a seguir todo igual. Es posible que tengas que seguir haciendo lo mismo, pero no lo vas a hacer en el mismo entorno. Ahora las propuestas basadas en recortes y privatizaciones son la tónica en la Unión Europea, y eso te afecta. Ahora los que piden quitar o coartar derechos de unas personas sobre otras son mayoría en las instituciones democráticas europeas, las mismas instituciones deberían garantizar que esto no pasara.
Ahora, en un contexto de crisis mundial y belicismo desatado, las fuerzas de la extrema derecha se han multiplicado porque en un ambiente bélico tendemos a pensar que los derechos y libertades tienen menos importancia. No nos damos cuenta de que en realidad solo con más democracia se combate a quien quiere quitarnos la que tenemos. Solo con más derechos se lucha contra quienes quieren acabar con los que hemos conseguido, con el sudor, el esfuerzo y, muchas veces, la sangre de generaciones anteriores a la nuestra.
Es desolador oír que algo no te afecta, porque piensas que no te toca directamente, como cuando alguien pide cambiar de canal ante la información de las movilizaciones de los agricultores, porque él/ella no tiene tierras, como si él/ella no tuviera que comer a diario.
Es terrible ver a personas que no van a manifestarse en defensa de la educación o la sanidad pública porque dicen que están muy ocupadas luchando por llevar un plato de comida a sus hijos, que son lo que más les importa.
Como si esos hijos no se vieran afectados por los recortes en unos servicios que son los principales garantes de la igualdad en un mundo en el que cada vez importa más la tarjeta de crédito que la de la sanidad o la de familia numerosa o de la tercera edad.
Posiblemente, haya quien se alegre incluso del varapalo a ciertos partidos, sin darse cuenta de que son esos partidos quienes están defendiendo sus intereses día a día. Aunque, eso sí, son esos partidos, en gran medida, los responsables de que todo esto esté ocurriendo y este texto tenga sentido. Por acción u omisión. Por egoísmo o por venganza. Por inoperancia o por incapacidad.
Pero es a ellos, y a nosotros, a quienes nos toca ponernos a trabajar para que esto no siga o en poco tiempo tengamos montado un caos del que nos costará mucho salir y del que nadie, salvo unos poquísimos, saldrán victoriosos.
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