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2023-12-17
Prepara la cartera, llega…
Ya ha llegado la Navidad. Cada año lo hace antes y con más fuerza. Recuerdo el comienzo de la Navidad con el sorteo de la Lotería del 22 de diciembre. Esto ya no tiene nada que ver con esos tiempos.
El año se nos va en un pispas, porque nada más pasar Semana Santa nos están metiendo las vacaciones de verano, en las que ya puedes comprar lotería de Navidad, y que, en cuanto llega el final de agosto pensamos en la Feria de octubre, a la que sigue sin interrupción la importada, como casi todas, celebración de Halloween, de la que salimos hablando de Black Friday, y los más atrevidos de Acción de Gracias, sin olvidar que estas fechas ya vemos las tiendas llenas de vestidos y trajes de primera comunión, y, nada más acabar la resaca del Black Friday tenemos
los escaparates, las calles y los balcones adornados de Navidad, las pastelerías llenas de mantecados y turrones
y los anuncios de juguetes y perfumes en las “prime time” de la publicidad televisiva.
Y se acabó el año. A por otro.
Pero, es cierto, llega la Navidad. Con sus emociones, sus estampas típicas, en las que cada vez hay menos nieve y más bañadores, sus buenas intenciones y sus compras. Sobre todo, sus compras.
Porque ya queda muy poco del espíritu de la Navidad en estas fiestas. Ya seas religioso o no. Celebres el nacimiento del salvador del mundo o el solsticio de invierno. Hay que reconocer que el carácter religioso y ancestral de estas fiestas quedó atrás. Se han convertido en una megacampaña de marketing y publicidad en la que lo que cuenta es comprar. Y, tengas mucho o tengas poco, tienes que ir preparando tu cartera porque es hora de gastar y de hacer regalos. De preparar ágapes como si no hubiera un mañana y de pensar qué le puede gustar a ese familiar o amistad a la que el resto del año apenas si haces caso.
Y, digamos lo que digamos, a todos nos encanta regalar. Sea porque te gusta ver la cara de sorpresa y sentirte el protagonista “de ese hermoso gesto” o porque estés convencido de que esto “son palos prestaos” y que “el que regala bien vende, si el que lo toma lo entiende”. Es decir, que también esperas que te regalen. Aunque con falsa modestia y desgana hayas dicho alguna vez “a mí no me regaléis nada, que no necesito nada” Como si eso tuviera algo que ver.
Y caemos de lleno en la Navidad, la de verdad. La que consiste en consumir. El 1 de enero está a la vuelta de la esquina y ya tendremos tiempo de reconciliarnos con nuestro colesterol, nuestro gimnasio, nuestra cuenta bancaria y nuestras convicciones sobre ser más eficientes y responsables con el planeta.
Porque en realidad a ninguna de las empresas que se van a encargar de recordarte continuamente que es Navidad, les importa tu familia, o el pueblo del que saliste cuando eras un mozo, o moza, o esa amistad a la que llevas años sin ver, o esa ilusión en lo que podrías hacer si enganchas el gordo de la lotería. Lo único que les importa es que compres, de lo suyo, claro, y que gastes, sobre todo que gastes. Y si no puedes o no tienes, pídelo, que los bancos estarán encantados de prestarte para que te pases el resto del año devolviendo lo pedido, más unos suculentos intereses.
Esta megacampaña de marketing abarca todos los canales por los que pueden tener acceso a tu cuenta o a tu bolsillo. Empezando por saber que la tecla que hay que tocar es la del pequeño corazoncito que todos tenemos y que solo parece salir a relucir en estas fechas. Bien que lo saben las cientos de ONG’s que se van a encargar también de pedirte que te acuerdes de ellas y de la inmensa labor que hacen. Y sí que la hacen. Pero si tuviéramos que contribuir con ese euro diario que nos demandan a todas y cada una de ellas, aunque solo fuera a una parte con la que más o menos compartimos objetivos, apenas nos quedaría para nosotros mismos y nuestras necesidades. Igual sería buen momento para que pensaran un nuevo sistema para que no nos obligaran a decidir entre medicinas, refugiados, alimentos, África, Asia, guerras, vacunas…
Antes teníamos los anuncios de la tele, o de la radio, además de las páginas de prensa. Hoy hay que sumarle las redes sociales y las plataformas de TV, todo ello aderezado y ampliado con una buena capa de Inteligencia Artificial que sabe mejor que tú lo que necesitas y lo que buscas y te lo trae al cómodo sofá de tu casa. A veces, incluso antes de que te hayas dado cuenta de que era eso lo que andabas buscando.
Y toda esa campaña está envuelta en el mejor de los papeles regalo, las luces de Navidad que invaden nuestras calles y nuestros escaparates, además de los balcones y las fachadas de muchas viviendas, copiando también en algunas ocasiones ese frenesí por ser el más hort… adornado, quería decir.
Es casi imposible salir de esa vorágine de compras. Ni siquiera lo hacen los que afirman que esperan a las Rebajas, que lo único que hacen es aplazar el momento. Pero sí es posible tomar decisiones importantes que influyen en las personas, que al fin y al cabo es lo que cuenta.
Compra menos, solo lo necesario. Eso no quiere decir que no te des algún capricho, a ti o a los tuyos. Claro que sí, pero para eso no hace falta que sea Navidad. Igual lo disfrutas más cualquier otro día.
Tus compras, hazlas en el pequeño comercio, tendrán más repercusión en tu entorno y beneficiarás a más gente y más cercana.
Regala con conciencia y responsabilidad, aléjate de estereotipos y objetos inútiles que demostrarán que lo son apenas los desenvuelvan.
Y, sobre todo, regálate tú. Abraza, acompaña, besa, di lo mucho que quieres y que estás dispuesto a querer mucho más, comparte momentos e ilusiones, propuestas y planes. Y, la mayor revolución de todas, no lo hagas porque nadie te lo diga, ni siquiera este humilde Pepito Grillo navideño, sino porque de verdad sabes que así es como debe ser. Todos los días y con la única razón de que cada día que pasa es un día menos para cumplir tus sueños, que no pasan por ir a la Luna o por conducir un Ferrari, sino por ser feliz junto a los tuyos.
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