arrastran nada más que miseria, encubriendo un “anclamiento” en la precariedad y la devastación de esta sociedad que elude mirar al espejo de la verdad.

2023-08-13

Aquellos que niegan lo que niegan, ahora deberían mirar a la cara de esos tres niños, de 9, de 8 años y de un bebé de pocos meses, y explicarles por qué su padre ha apuñalado en el cuello a su madre hasta quitarle la vida, dejándolos huérfanos, ante sus propios ojos y con la vida destrozada, (ese cuerpo que tantas veces besaron y abrazaron).

Aquellos que niegan lo que niegan, arrastran nada más que miseria, encubriendo un “anclamiento” en la precariedad y la devastación de esta sociedad que elude mirar al espejo de la verdad. Porque la verdad es muy dolorosa, tanto duele que los que niegan lo que niegan utilizan la mentira por ser más atractiva, tener más juego, además de un mayor y más rápido recorrido.

Cerrar los ojos, enfocando solo la parte “txunga” dicen que no ayuda en nada. Como tampoco ayuda a obviar el problema de que no hay escarmiento justo para los asesinos de mujeres, que matan, sean sus parejas, exparejas, parientes con mayor parentesco de consanguinidad, o sean desconocidos totales. El resultado es el mismo.

Obviar, también es una condena. Y esta condena con la que se está martirizando a las personas que sufren los asesinatos de mujeres es extrema, así escrito con todas las letras. La negrura del maltrato es inmensa, y la desgracia, de un calibre tan estratosférico y terrible que no tiene talla comparable, porque además hay menores afectados. Sus vidas, las de los hijos de la asesinada y del asesino (como afectados en primer grado de parentesco) quedan dañadas para la eternidad.

¿Qué es lo que tiene que ocurrir para que esta lacra deje de existir?

En principio, debe de modificarse casi todo, siendo la educación la clave para evidenciar que matar a una mujer es una aberración que no tiene ni debe ser justificada con el arrastre de una mala convivencia en el seno del hogar, aunque el asesinato sea el resultado de un continuado maltrato por la convivencia tóxica. Ni contigo, ni sin ti. De manera que, si la relación de una pareja en un hogar es perjudicial y no es buena, existe un mecanismo llamado divorcio, en el caso de que estén casados, para hacer más llevadera la existencia de los cónyuges. Y esa desvinculación debe de ser un trámite, no la mecha que haga implosionar ese fatal desenlace. Pero el asesinato no es la solución a nada.

Empecemos por valorar, porque ningunear el trabajo, el esfuerzo, la labor de las mujeres, sea en el estamento que sea, es denigrar la sociedad en la que habitamos, revelando con ello demasiadas carencias en la parte que agravia, que es toda. Utilizar la imagen y la femineidad de las mujeres, en absolutamente todo, blanqueando que el sexo, sus prominencias y sus curvas son lo único importante de la mujer, eso es odio, manipulación y maltrato, y esas circunstancias saben muy bien ustedes que nos invaden y martillean en un alto porcentaje de la publicidad, series de televisión, y diferentes retransmisiones, incluso deportivas.

Las mujeres, para todos aquellos seres vivos que parecen no saberlo, diré que tienen un cuerpo, una mente, un corazón, una anatomía diferente a la masculina, disímil del resto de seres vivos, pues cada ente tiene entidad propia y única. Una manera de ser como seres individuales que somos, por lo cual no debemos de permitir que nos maltraten por arrogancias, egos mal pertrechados, faltas de respeto, escasa educación, instintos asesinos, contradicciones veleidosas, fuerza física superior, chantajes emocionales, y maltratos físicos y verbales, entre otros sometimientos.

Las mujeres adoran la vida, no se las arrebaten… 


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