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CARMEN MARÍA FDEZ-KOFBLER CASAS-NEFF
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2024-11-17
La Dana, tsunami al revés
Cuando los humanos no son capaces de solventar las necesidades poblacionales creando con ello estructuras en zonas de riesgo, lo que sucede es algo más que un desacierto cuyas proporciones y desmanes hemos podido ver desde el fatídico día 29 de octubre en tierras valencianas que en los anales de la historia no tienen parangón.
Cuando las personas al mando de instituciones no tienen arqueo para solucionar las insuficiencias poblacionales concediendo permisos “legales” para edificar por pura especulación, además de ser usureros e ineptos se convierten en potentes responsables de los desastres que campan a sus anchas sin dignidad y que engolados en su ego no cesan de echar balones fuera eludiendo su obra.
Y solamente entonces, será la omnipotente y sempiterna Naturaleza la que se pronunciará poniendo remedio a tanta temeridad humana. Naturaleza que, con su adaptabilidad silenciosa, tomará por sí la fuerza de la espada de Damocles sesgando el cabello del que pendemos todos.
Al parecer, el número del código postal del lugar en donde habitamos es demasiado importante hoy en día ante el cambio climático. Mucho tiempo lleva avisando este planeta azul de su canje, y en esta ocasión lo ha hecho de forma inminente, arrebatando la vida de quienes sufren con mayor incidencia la desigualdad.
A estas alturas del siglo, ya deberíamos saber que cuando la fuerza del agua empuja, no pregunta, solamente busca fluir y salir por su cauce natural.
En la historia de España, el fatídico martes 29 de octubre de 2024, quedará señalado en rojo en los registros de las efemérides como el apocalipsis en la península Ibérica.
Trece días después, la huella de la Dana seguía vigente y muy visible, destrozos por doquier, pérdidas incalculables, ausencias de seres queridos, y una gran descoordinación.
En la Comunidad Valenciana, en esta tierra donde no sabe llover, ha sucedido lo que no estaba escrito, ni se había concebido en el imaginario de una debacle. En esta tierra, sucedió un tsunami, pero al revés. Un tsunami del mundo al revés, que en vez de entrar desde el mar hacia tierra, ha ocurrido, al contrario. La furia del agua caída desde el cielo ha parido el desastre desde tierra adentro hacia el mar, buscando solamente conectar los afluentes con el río Turia.
A su paso, ha devastado sin pedir permiso arrasando, cultivos, zonas de huertas, puentes, zonas de recreo, caminos, carreteras, polígonos industriales, casas, animales (ganado y mascotas), automóviles, maquinaria pesada, enseres y recuerdos personales que daban sentido a toda una vida que jamás podrán ser restituidos, y lo peor, la pérdida de vidas humanas.
El dolor de los afectados ha sido captado por España entera. Miles de personas solidarias han cambiado sus rutinas por la empatía captada en las imágenes transmitidas en televisión. Españoles pidiendo ayuda. Tremendo. ¡No nos olvidéis! – piden los valencianos. Pintadas hechas en paredes con el mensaje de agradecimiento a las personas solidarias que le han dado su tiempo.
En respuesta, con mucha solidaridad, desde Fuengirola (Málaga), un grupo de siete voluntarios se pusieron manos a la obra para aportar su granito en la reparación de tamaño desastre e hicieron un llamamiento como solidarios en pro de los afectados de la Dana. “No queremos dinero” – solicitaban por redes – “Sólo admitimos donaciones de comida, agua y demás productos de limpieza y de primera necesidad para los damnificados”. Con esta solidaria iniciativa, tras hacer acopio de todas las donaciones recibidas, salieron de Fuengirola (Málaga) en la madrugada del domingo del día 10 de noviembre, viajando con dos furgonetas y un coche cargados de solidaridad, hacia la zona cero de la Dana.
Si algo da forma a una solución es la buena comunicación por parte de las autoridades, pero en esta ocasión ha fallado.
A pesar de estar habitando en la era digital, el simple hecho de generar una alerta en tiempo y forma ha fallado cobrándose un coste demasiado elevado.
El camino desde Fuengirola hasta tierra valenciana fue tornándose de color marrón lodo en la cercanía de la zona afectada. Arcenes, señales de tráfico, coches enlodazados, regueras de barro con espesor, voluntarios con mascarillas y ropas manchadas de fango, soldados por doquier, (ejército, UME, Policía Nacional, Guardia Civil, Protección Civil, preciosos perros adiestrados, figuras clave en la búsqueda de desaparecidos, etcétera) se veían a lo largo de largas retenciones en la carretera de acceso a las diferentes poblaciones afectadas. Sirenas con alarmas visuales y auditivas, balizas con señales de precaución, advirtiéndoles a su llegada, hasta que tras mucho preguntar dónde podían descargar el contenido solidario de las dos furgonetas y el coche, un teniente del ejército les instó a dirigirse al lugar adecuado de una ONG, pero al parecer todo estaba saturado de “todo”. Ahora las ONG ’s solo solicitan dinero.
Estos malagueños, tras horas de viaje y kilómetros recorridos, eran sabedores de que en Paiporta necesitaban ayuda inminente. Habían recibido mensajes que de forma escrita lo pedían, pero no pudieron acceder a este pueblo en el que sus escaseces están todavía sin suplir.
Al final, fueron dirigidos a Sot de Chera (Valencia), una pequeña población situada en un Parque Natural y Geológico, atravesado por el río Sot. Población en la que se volcó la cercana presa de Buseo. Población en la que el miércoles día 30 de octubre, la médico de dicha población y una nonagenaria fueron rescatadas por los especialistas de la Guardia Civil con la ayuda de un helicóptero. Población en la que todos los pañales, potitos y demás productos de uso infantil no podían ser aprovechados por no tener suficiente población para ello. Paiporta era el destino de la ayuda solidaria. La nota triste de Sot de Chera, era que habían hallado el cuerpo de un niño de 3 años, aunque su padre aún continuaba desaparecido.
Tras veintitrés horas y media después del inicio de este solidario periplo, este grupo de voluntarios regresaron al punto de partida en Fuengirola (Málaga), desde la cual no olvidan lo que sus retinas vieron en un ambiente maloliente por los patógenos nacidos fruto de la descomposición de los residuos, junto con el ánimo desgarrado por el complicado horizonte. Este viaje quedará en sus memorias siendo conscientes de que esta desgracia parece ser que no solo es el caldo de cultivo de bacterias y virus, sino el de los mercaderes y pícaros que no cesan de filtrarse a la menor oportunidad sacando provecho para sus bolsillos, mostrando que aún nos queda mucho por aprender.
Y para colmo, previsiones de nuevas alertas con otra nueva Dana. Llueve sobre mojado. La crispación y los nervios están activados.
Sepan todos ustedes, que la Naturaleza manda, y siempre que se pronuncia lo hace con letras mayúsculas, en esta ocasión lo ha hecho con la DANA.
P.D.: Gracias a los solidarios, siempre.
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