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2024-03-10
David Trashumante
Poeta total
Automandamientos
Mira la tormenta de frente aunque te llene los ojos de arena. Protege la pasión que desnuda el espejo y podrás conocer el otro lado. Nunca temas a la soledad misma (la misma que hace que te fumes los cigarros como un títere) ni a oir el eco que te reverbera. Mira hacia atrás y reconócete en los que quedaron por el camino. Y asume, irreversible, tu final pero no lo esperes.
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Bitácora
En la noche, los remedios, la linterna, en la noche, la linterna y las escamas esparcidas por el cuarto, los remedios, en la noche, la linterna loca en la noche, simulando luces de naúfrago, los remedios, en la noche, un zurcido a esta rota noche, un remedio a la linterna que se apaga debajo de las sábanas ahora, parpadea, parpaparpadea, papaparpadea, paraparpadea lecturas estroboscópicas de los mapas, quema la bombilla, los remedios de por para la singladura de la noche, zurze, zurze, zurze la red de la noche, una linterna al final del lunes, remédiame linterna este lunes que la noche no puede, los remedios son pocos para tanta noche, parpadea parpaparpadea, papaparpadea, paraparpadea la linterna por poca pila, por poca pasta, llegan más facturas a mi nombre, la luz se apaga, los remedios, solo la noche, solo la noche ahora, más cerrada, las olas rompen contra mi puerta, cada vez más fuerte, ya es lunes y mi ojos en blanco como dos lunas.
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A viva muerte
Aquí el paredón que vaticina el eco de las balas, el gran muro sin sombra que oculta las lamentaciones; aquí la mano que tiembla agarrada a la valla y el manantial sin alma donde abrevan los buitres.
Aquí donde planea el bombardero del sueño eterno, donde acontece el calor de la sangre en los charcos, donde el silencio come sus raciones de miedo, y caen del árbol las frutas albinas.
Aquí el delta negro, aquí la grieta del mundo que muestra su entraña que asciende en el humo que oculta las rejas.
Aquí el butrón en la pared del alma, la encrucijada ahogada entre alambres de espino.
Aquí los aljibes llenos de agua cruel, las mordazas manchadas con petróleo reptil.
Aquí los fósiles milenarios de los ejecutados, el látigo inflamado que todo lo asola, los zulos estrechos como lombrices ciegas.
Aquí que se oxidan las lluvias de clavos y supuran veneno por las grietas los nichos.
Aquí donde el polvo da náusea, donde tanto todo que Hierro dijese para nada; aquí donde sin lápida la trinchera, la zanja, la estela, la fosa, la cuneta, la tumba.
Aquí donde se aviva el fuego frío.
Aquí donde se grita a viva muerte.
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Pez volador
Casi siempre te encuentro cerca, a menos de un paso de un beso. Casi siempre. Eso es lo bueno. Eso y casi nunca decirnos “para siempre”. El resto son gestos cotidianos: cambiar el agua de la pecera, echarte a volar.
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Cuarentena
He limado del cielo las estrellas por punzantes, he lamido del sexo el agua fuerte de tu grabado, he limpiado los restos de carne de mi esqueleto con un mondadientes de rabia y besado de las piedras desnudas sus líquenes futuros.
He vencido a la nada con mi todo diminuto y he venido a decirlo, atado al mástil de un poste telefónico, sin sucumbir a las sirenas de las voces enlatadas, he venido a dar voz a las plantas, a leer en voz alta las pintadas sobre los muros más altos.
He bebido del veneno y del néctar, saboreado la carcoma y el caviar, he alimentado cada día ese hambre de amor que nunca se sacia y con mi saliva he intentado hacer corazas sobre los cuerpos que solo hiendan los dedos de los niños y corroan el guano de los pájaros en su vuelo.
He sido, en definitiva, un largo lamento repleto de alegrías y llegado hasta aquí sé quién soy, para quién hablo, desde dónde escribo y aunque en las noche, a veces, el insomnio me asalte con sus miedos me abandono a lo que seré, tan lejos de los hijos robados y la sangre en los platos, de las ondas lisérgicas de los informativos, de los likes, de los followers, del bronce de los premios, de las vanas flores de los cerezos que encierran las vallas de los cortijos, definitivamente soy lo contrario a los brazos amputados de esta gran escombrera de abrazos.
Fui, soy y seré eso que ya no se estila, que ya no es tendencia, pasado de moda: carne anónima, blanca escucha, pura sombra tras los pasos vivos de mi muerte.
Un ser sencillo y turbio, resilente en la insondable humanidad que intenta preservar la vida diversa en cada verso.
Desde siempre aislado en esta cuarentena que ahora llega afiebrado por la indignación, enfermo de amor, sin cura alguna.
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Las manos de Aisha
Son tus manos madreselvas, al abrirlas membrilleras, al cerrarlas melilotos.
Son tus manos mirabeles que crecen sus susurros sobre el barro.
En tus manos milenramas van tus milamores y son tus manos un ramo de mujares amarillos cuando abrazas el mundo.
Porque saben abrazar tus manos y plantar un planeta, también trabajar saben.
Que pintan delicadamente como un mirto lo blanco con el rojo de los pistilos del mirobolán y los estambres de la morera, que eres mujer que pinta y grande es tu rodillo como grande es la paz salvaje que hay en la piel de tus manos.
Que son sus yemas hipnóticos abdómenes de abejas y sus palmas parecen las cuencas oxidadas de los ríos marcianos y, nudosos, sus dedos arrancan el maíz o acarician la malva silvestre con el tacto de un beso.
Son tus manos la mandrágora que chupamos alucinados entre colores, la manzanilla que bebemos cuando, cabizbajos como meleagria, te buscamos en las redes mecánicamente zurcidas del ordenador.
Son tus manos el mijo que nos alimenta cuando, como una niña, al juego de las manos juegas con la tierra y entonces son tus manos arcilla y sus uñas verdes pétalos de morsano.
Qué perenne es tu pena cuando el patriarcado te poda las manos y mano sobre mano te ves abocada a florecer de noche para que nadie te vea.
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Lees, luego existimos
A ti y a mí en este momento sólo nos une este verso.
Ahora este otro que ya termina.
Afortunadamente continúa en este otro
y en este
y en este
consecutivamente.
Por favor, no dejes de leer no levantes la vista del papel no me dejes solo ante el lenguaje.
De verdad, si estás pensado en hacerlo recapacita, piensa en las consecuencias de dejarme aquí, escribiendo para nadie.
Midiendo a oscuras dentro de este libro cerrado la distancia imposible que nos separa.
Puedo si quieres callarme un poco para que te lo pienses.
( )
¡Y AHORA GRITO PARA LLAMAR TU ATENCIÓN!
No tengo nada que perder porque cuando este poema termine todo habrá acabado.
Dos extraños, perdiéndose de nuevo en su soledad.
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Lugares comunes
Tengo apuntado por aquí la dirección de odio. Si me preguntáis os indicaré claramente donde se encuentra el resentimiento. Os puedo pasar para vuestro GPS las coordenadas del rencor. Tengo el número móvil de la rabia, el e-mail personal de la envidia, sabría identificar con los ojos cerrados los celos y sin dudar os guiaría hacia el centro mismo de la soberbia. Estuve quince días de vacaciones en la depresión y casi todos los días visito a la angustia. Llegaría puntual a mi cita con el valor sino fuera por que me pierdo por las calles del miedo. De puntillas he cruzado el pasillo del enfado pero lo he cruzado. Anoche mismo, en el cielo nocturno, encontré la constelación de los remordimientos: me he tropezado tantas veces en la piedra de la ira… Que solo puedo deciros una cosa: si decidís acudir a cualquiera de estos lugares o contactar con alguno de ellos recordad siempre cuál es la dirección de la casa en donde vivís en realidad, está en la Calle del Amor s/n.
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La letanía del paria
dame tu agua dame tu tierra dame tu aire dame, dame, dame dame tus ojos dame tus oídos dame tu lengua dame, dame, dame dame tu casa dame tus hijos dame tu memoria dame, dame, dame dame tus muertos dame tu miedo dame tu fe dame, dame, dame dame tus brazos dame tu esfuerzo dame tu pan dame, dame, dame dame tu cuerpo dame tu alma dame tu vida dame, dame, dame dámelo todo, porque nada, nunca, ni siquiera tu odio fue tuyo |
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