ALFREDO INFANTES DELGADO 

"Poeta que escuece

2025-04-06

Carmen Camacho

 

Escribo para detenerme, no para avanzar. Escribir es hacer solar. El solar se escritura por derribo, se 'antiedifica'. Ni siquiera se conquista. Se hace empujando con los pies, encontrando algo de tierra en las juntas imperfectas del embaldosado. Escuece, nos dice Carmen Camacho García en su último libro, La mujer de enfrente.

Efectivamente, escuece la escritura de esta alcaudetense, referente del aforismo español contemporáneo con su antología Fuegos de palabras. Y es que, además de escribir libros de aforismos, nos sorprende con una decena de poemarios. Es una de las autoras escogidas por Versopolis, red internacional dedicada a promover el talento poético en Europa. Parte de su obra se encuentra traducida y editada en varios idiomas, además de haber sido premiada en distintas ocasiones.

Ha impartido charlas, lecturas y talleres de creación literaria en espacios e instituciones culturales de España y otros países de Europa, Latinoamérica (México, Colombia, Puerto Rico, Ecuador, Bolivia…), del mundo árabe y en Rusia.

Interesada en el diálogo de la poesía, el teatro y el arte, ha creado y llevado a escena varios espectáculos de Spoken Word. En 2015 adaptó La Ilíada para el Teatro Romano de Itálica, que hilvanó textos homéricos con texturas musicales a cargo de Pony Bravo. Ha integrado, junto al cantaor Juan Murube y la bailarina Raquel López Lobato La Bella Aorta, grupo que ha estado llevando a teatros y escenarios alternativos españoles el espectáculo Toma de Tierra, que aúna palabra de viva voz, quejío y danza contemporánea. La colaboración musical más reciente ha sido en el álbum Tercer Cielo (Universal, 2022), de Rocío Márquez y Bronquio. Poemas suyos pueden escucharse en las voces de Romero Martín, Ángeles Toledano o Juan Murube. Escribe en prensa y forma parte del consejo editor de la revista de poesía Nayagua, de la Fundación Centro de Poesía José Hierro; del equipo de expertos del Programa de Creatividad Literaria de la Consejería de Educación, y ha coordinado y pertenecido a consejos asesores de diversos encuentros y ciclos de literatura y arte contemporáneo, tales como Cercanías, reflexiones abiertas sobre la poesía contemporánea, —junto al poeta Juan Antonio Bermúdez y La Fuga Librerías— y PAN Encuentro de poesía y arte de vanguardia en el Medio Rural. De 2009 a 2013 condujo en El Público de Canal Sur Radio la sección Poesía lo serás tú, dedicada a la poesía en sus diferentes formas expresivas.

Morir de pie

 

 A las maniquíes

seres raptados de un instante de vida

se nos nota cansadas

tristes

tensas

aburridas

de vestir a la última

de hacer como si-

de poner la mueca de estar

de vuelta

de morir de lo nuestro

disimularlo

y seguir en pie

en las interminables tardes

de los domingos

 

***

 

Letra pequeña

 

 Hay daños que no cubre el seguro

combinado del hogar, lo sé.

Las llamadas perdidas, por ejemplo,

las cartas rotas, la soga de seda,

la noche que hay detrás de los espejos,

esta plaga de cristales en el pecho.

La ablación de mi sed.

 

Así contraje la enfermedad de los jabones.

 

Por eso le quise, con todo el hastío.

Contra la vida en vilo

fui hueco en su hueco, frío en la guantera,

materia inmóvil.

Dejé crecer las paredes de esta casa

conmigo dentro.

 

Pasaron siglos, siglos de reloj.

 

No abundaré en detalles, señorita.

Sólo diré que he arrancado la puerta de cuajo,

que he tenido la misericordia

de tirar al barro

el azúcar glasé,

que ahora me entra luz en la despensa.

Ya sé, tampoco contempla la póliza

el amor a terceros, el temporal de sol,

el tumulto en las calles ni el motín de la hormiga.

 

Pero este es un caso de delicadeza mayor.

 

Y yo sólo llamaba para decirle, amiga,

que me acabo de conceder

a todo riesgo

la incertidumbre de vivir

abierta de par en par.

 

***

 

Las de este pueblo no podemos ser

sino así­

Idéntica a la vecina

cada mañana me entallo la armadura

salgo a la calle me erijo vocifero

voy dejando a toda prisa en los buzones

el folleto explicativo de mi fuerza

Alzo la casa a pulso

amamanto a una impresora

meto a presión el dedo en las rendijas

doy golpes en la barra de los bares

Las de este pueblo somos fuertes por ley

Este no es un sitio de nenazas

Hacer oficio de dulzura

es un acto a todas luces reaccionario

 

***

 

Sin embargo en ocasiones

hemos visto mujeres

hablar con cálida voz

temblar al decir te adoro

ir por las calles sin máscara

de pestañas

llorar sin acudir a los mortuorios

 

Son muchachas forasteras

muy raras

 

y no sé cómo se atreven

 

***

 

Citroën méhari

 

                                                            Llévame oh llévame a la perdición

                                                            en mobilette mi amor.

                                                            (Aníbal Núñez)

 

Haberme dicho, amor, en tus cartas

cibernéticas, que el descapotable

ese del que me hablabas

y me jurabas —qué cara tienes—

aparcar en mi puerta, las vecinas

pendientes, yo arreglada,

haberme dicho, leche, que ese coche

era como eres tú, un amasijo

de risas/ una cosa por revisar

sin puertas, sin cadenas, sin ventanas,

sin luces, ¿y el techo?

—contigo siempre llego a la Encomienda

con la atmósfera por montera—.

 

Si yo hubiera sabido antes esto,

(quién iba a imaginar)

que una tartana, tú la llamas Mehari,

sin tilde, así: “Mehari”,

era tu descapotable tan famoso,

y que ahora me sonrí­es, las manos

al volante, las chanclas sobre el freno,

 

que me maten si no salgo corriendo

a buscarte y a darnos a la vida

al vuelo, a ras, al Duero.

 

Tocata y fuga a dos caballos. Esta

es la hora de darnos jaque, pronto.

Haberme dicho, amor, que tú eras esto.

Hubiéramos cabalgado antes.

 

Colores —añil, púrpura— cuyos nombres no conozco —cinabrio— con tal de volver a verlos —zaino— por siempre la vez primera. Albayalde. Colores que habitan el nombre de las cosas —celeste, nazareno, ceniza— y en ellas se esconden o diluyen. Buganvilla. Colores que no conocen su nombre. Calipso. Estrenan mis ojos.

 

***

Remedio natural

 

Arrambla con la sombra de algún tilo

que aún guarde -entre el óxido, las latas,

la mierda- yerbamarga, jaramagos,

cenizas de la infancia, si es posible,

trazas del vaivén de tu columpio.

Haz con ello un hatillo, préndetelo

al moño y sal de marcha.

                                                             Atrévete

A probar este producto en nuestras

cómodas monodosis de biznaga.

 

Arranca el monte alto, el de Bulnes,

que en la pared colgado decolora

la flama. Dale puerta al póster, pronto. 

Que la piel de tu estancia

respire, blanca, y no mienta: en veinte

metros cuadrados no queda sitio para

tanta tonta esperanza.

 

Injerta un cable, yodo

y un mechón de tu cabello  

en el árbol                            que fue este poste

que está a la puerta           de la urbanización

que antes fuera                  la casa de tu abuela.

 

Aventa, en luna nueva,

versos que robes de algún huerto.

                                                                       Sirven

dale al monte, lucero,

yo me aromo de romero,

daré tu corazón por alimento.

Saca los pies del texto,

mójalos en la tinta amniótica

que menea el renglón y, sobre todo,

aunque esta tarde sea de las de antes,

nunca llames alcoba al dormitorio

que compraste en Ikea. Ni amante a ése.

 

Administra esta savia,

sacrifica a una barbie virgen extra

ofrece su sangre plástica en holocausto.

Alza en las ruinas un templo a tu tiempo

dedicado. Vuelve después a la casa

de tu hermano. O al mar.

 

                                     Sanarás.

 

***

No cuenta absolutamente nada del amor.

Tendrás que conformarte

con la transcripción poética

de la chanel pour homme

-egoiste-;

con la transverberación

del grial,                                arial cursiva

del pan,         en cuerpo once

del vino,                                sangría a la izquierda.

 

                                               Las calles lo corroboran

insisten, perseveran,

me pasean las piernas dolidas

del verbo transitorio, irregular,

copulativo, desesperan

conmigo, y otra vez me dicen:

                                               aprovecha este colmo de vacío

                                               para dar con el poema,

                                              

mientras te toca en suerte

un encuentro lacónico,

un beso si acaso,

prófugo y pródigo por supuesto,

en el descansillo de cualquier

planta seis, escalera izquierda.

 

***

 

Ars poetica

 

                                               Dadme un boli, y moveré el puño

 

Si pudiera escribir con las dos manos

arriba al final de los pinos y/o brazos

en alto en pie caminando a grandes zancadas

apostada en la pared en la barra

brincando por suerte/ en la oscuridad del muelle

mientras se habla/ cuando no tengo el boli

ya acostada mientras muevo agitada los pies

cuando como en sueños si bailo

en esos momentos en que alguien me pone

alegre y bocabajo y con su boca abajo

me acaba

si pudiera anotar durante la ducha

cuando regreso a casa al zigzag

sin metáforas: borracha/ ¿sin metáforas?

No no con metáforas con un ramillete de

metáforas como por ejemplo vino yogur rímel

almohada y paso el pasillo bamboleada

por las olas esas que llaman Ballantines

y se me mueve solo el culo

Si pudiera escribir entonces

 

Tendrían que matarme pronto

profanarme la libreta

 

y repartir entre tantos

-es justo-

tanta felicidad.

 

***

 

Ejercicio de estilo / II

 

Procuraré no emplear palabras redondas

verbigracia belleza libertad tu luz

Demasiado grandes / que esperen//

Más urgente se me hace decir

anoche conté con el cuerpo

los trecientos dedos

de tu mano.

 

***

 

El mal poema

 

En ciertos momentos

resulta útil llevar en el bolso un buen poema malo,

malo o a todas luces mejorable, con indicios suficientes

—un lugar común, rimas facilonas, adverbios de emergencia—

para sospechar de él:

un poema, propio o ajeno, posiblemente malo.

Un poema de almanaque, prefabricado, auxiliar,

con estrofas de fieltro y sin salida

que amontonan palabras manoseadas

como mujeres, árbol, lunas,

memoria, tristumbre, refectorio.

Un poema que parezca una poesía,

una carta de soldado, un chicle pegado a una carpeta,

un ripio catedrático, el tango de un progresista,

falso, previsible, desafinado,

que escondo y uso a solas

como un pedazo esculpido de látex.

Un texto de una noche,

que se pierda, que se pudra, que caduque,

un poema de papel

donde poder limpiarme las lágrimas,

las gafas, la cicatriz, el semen.

Palabras de amor donde el amor no quepa.

Este poema

u otro,

uno cualquiera,

de bote, temporero, de pared,

vital y fucsia como todos los poemas malos,

urbano y quejumbroso como todos los poemas malos,

malo como todos los poemas que ganan un certamen.

Pero práctico y de efectos inmediatos,

plegable y extensivo,

sobre el que sentarme a merendar en la era

o guarecerme de la nube que descarga de improviso.

Un poema feo, gastado, utilitario,

lima, abanico, naipe, encendedor,

una rampa, una navaja, un pasamanos.

Un poema

color carne

con que embridarme el pecho esta mañana

donde curar con sal aceitunas negras

y lavar a mi padre cuando ya no se valga.

 

***

 

De lavar y guardar la bata

 

Algún jirón se desprende de una blancura no vista, algo que no es signo. Nada es signo, como si se vislumbrase un reino donde lo que significa y lo significado fuera uno y lo mismo.

(María Zambrano)

 

Ropa de faena, prenda íntima, abrigo de casa, paño de lágrimas: segunda piel.

 

La capa de Perséfone

no es

precisamente voladora,

 

en abril alberga

toda la sustancia del averno,

visos en los puños, fríos de tinta, desgaste en los codos,

mañanas, horas muertas, los posos del café. Una mancha en la solapa

sin trazabilidad. Pañuelos de papel en los bolsillos.

 

Mi soledad se tiene en pie de tanta mugre.

He de confesar que eso me encanta.

 

Ritual de la koré es lavar la bata,

proclamar en los cordeles la resurrección.

La mariposa se cansa de ser bella y metáfora,

impone su absoluto término real.

Es primavera.

 

***

Deshabitaciones

 

                                                            Llega el tiempo cabrón de las mudanzas

                                                            (Luis Melgarejo)

 

 De quién qué cosa:

Los libros las fotos los calcetines

las manos

De quién es cada objeto tuyo y mí­o

Cómo repartir sin destrozar

la manta de ir al campo por ejemplo

si no es deshaciendo punto a punto

la urdimbre que tejieron las agujas

del reloj y enterrar por los cajones

la madeja temblorosa

             encontrarla tal vez

quién sabe en cuántos años

             tomarla con nostalgia

             acercarla a la cara

             olerla y al fin

             regalársela al gato

 

***

Teorema triste, aplastante e inservible

 

Que un hombre ahitado de pasión pase,

pongamos por caso

en un volkswagen

gris

claro

por el barrio de la loca de su tormento

-Triana para más datos Triana-

y no la llame al móvil ni entréme donde no supe,

 

dice -y tanto-:

de la voluntad del tipo, de su destino,

da pistas de su dirección asistida,

aporta pruebas sobre la aceleración

de cero a cien

del pálpito y el coche,

 

ayuda a recobrar la fe en la ciencia

y a perderla por completo en las diosas.

 

Hace casi resistible a una mujer.

 

Para dar tú opinión tienes que estar registrado.

Comments powered by CComment